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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Respetar, respetarse y ser respetado

Respetar, respetarse y ser respetado

El respeto a una persona es la consideración, la valoración positiva que se tiene de ella por sus acciones, sus principios de vida o su forma de relacionarse con otros, lo que la  hace digna de consideración y difícilmente se le causa daño, lo que no le exime de la crítica, pues con las observaciones y cuestionamientos que recibe tiene la posibilidad de crecer, más si estas son ecuánimes, respetuosas y  resultado de una evaluación previa de lo  positivo y negativo de sus actos sujetos a escrutinio.

Como quiera que el respeto es un bien que se cultiva en el día a día y trasciende lo material, es obligación de todas las personas que se  precian de ser dignas, cuidar de ese su capital retribuyendo con las mismas consideraciones y valoraciones a otras personas, sean o no de su entorno cercano, tengan o no afinidades políticas, sociales, religiosas o de cualquier índole.

Para quienes se dedican a la política, además de respetar y ser respetado, se suma una exigencia muy importante que es el auto respeto, mismo que debe ser practicado en todos y cada uno de sus actos cuidando de demostrar coherencia entre lo que dice, exige y practica, cosa que no siempre resulta fácil cuando el entorno invita con insistencia a hacer lo contrario de lo que se predica.

En las dos últimas décadas, la política en Bolivia se ha convertido en una especie de cementerio moral y político de muchos hombres y mujeres que ingresaron en ella con el claro y legítimo propósito de acceder al poder; pero, así como nacieron con gran aprecio, aceptación y reconocimiento, no tardaron mucho en ir apagándose hasta terminar en un penoso abandono de sus seguidores, y en ocasiones con repudio incluso de quienes en principio habrían dado su vida por ellos. Es posible que la entre las razones se halle el incumplimiento de promesas; pero, cuando este se debe a circunstancias que superan la voluntad de quien las hizo, la sabiduría popular tiende a ser benevolente y comprensiva.

Sin embargo, lo que resulta altamente corrosivo para la estima social de cualquier persona, que tenga o no a la política como actividad principal, es la falta de respeto a la gente y el descuido del auto respeto, tal es así que llega el día que pierde toda autoridad social, moral y ética para exigir consideración u obediencia hasta que, si tiene poder recurre a la ilegalidad o el uso de la fuerza bruta en busca de ser respetada.

Es esto lo que está pasando hoy con el Presidente en ejercicio formal del país que en tan poco tiempo destruyó su imagen y pretende que la gente se someta a sus decisiones mediante el uso de la fuerza bruta y recursos ilícitos y reñidos con la ética. Bueno sería que don Luis Arce respete y se respete para ser respetado.

DE FRENTE

JULIETA MONTAÑO S.

Abogada, feminista, defensora de DD.HH

julietamontañ[email protected]