Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Nada es eterno

Nada es eterno

Existen expresiones que con mucha frecuencia las usa la gente del pueblo, como aquellas: nada es eterno, todo es pasajero; cuanto más alto te encuentras, más dura puede ser la caída.

El día domingo 20 de octubre pasado, mientras cumplía la tarea de delegada en la mesa 22 del recinto habilitado en Hospitalet de Llobregat (Barcelona), al conocer los resultados abrumadoramente favorables para el candidato de Comunidad Ciudadana (CC) que se imponía en una proporción de tres a uno sobre su principal oponente el Movimiento Al Socialismo (MAS), me quedé pensando en lo efímero que es el poder e imaginaba la rabia, el dolor y el miedo que le provocarían esos resultados al candidato Evo Morales, quien durante 14 años hizo gala de su control y dominio sobre la gente, a unos mediante la prebenda y a otros a través del miedo, pues al tener el control absoluto de todos los órganos del Estado y las instituciones públicas, con un solo chasquido de sus dedos podía decidir la destrucción de aquellas personas consideradas sus enemigas en su lógica maniquea, ya que todo funcionario público u autoridad estaban siempre dispuestos a interpretar sus deseos y obedecer sus mandatos por muy irracionales e ilegales que sean.

Pero, como se dice popularmente, tanto llevó el cántaro al río que terminó rompiéndolo y el 20 de octubre la respuesta de la población, particularmente de las zonas urbanas, fue un contundente rechazo a sus deseos prorroguistas y explícitamente le dijo ¡No, basta, te vas!

Con absoluta seguridad que una buena parte de las personas que en esta ocasión votaron en contra del presidente Evo Morales, en anteriores oportunidades lo hicieron por él, aun cuando ya el 21 de febrero de 2016 le enviaron la primera señal de malestar que él no supo interpretar, optando por aferrarse a un discurso victimista rayano en lo ridículo que le construyó su entorno; un entorno que a cambio de elaborar frases que suenan a música celestial en los oídos del dirigente de las Seis Federaciones de cocaleros, viven un ascenso económico sostenido.

Al no poder admitir su derrota, una vez más echa mano a las malas artes del fraude más obsceno que  puede uno imaginar y lo que consigue es que en este momento sean miles y miles de voces las que al unísono le pidan que se vaya, pasando de la ovación con la que asumió su primer y segundo mandato al insulto con expresiones tan duras que hasta la roca quedaría resquebrajada.

Con lo que le sucede a Evo Morales podemos comprobar lo cierto que es aquello de que nada es eterno y de haber llegado a lo más alto de popularidad, está a punto de salir como cualquier villano de su palacio.

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