Límites entre justicia y venganza
Las personas cuando sufrimos un agravio buscamos que se haga justicia y que el daño sea reparado. Cuando ello no ocurre o demora excesivamente se tiende a hacer justicia por mano propia.
En el país en la medida en que se fueron debilitando las instituciones del Sistema de Justicia, la confianza ciudadana en la acción los/as operadores se fue diluyendo hasta niveles muy peligrosos que abonaron el terreno para la acción impune de profesionales y funcionarios encargados de la investigación de ilícitos carentes de ética y respeto a las leyes, tan o más delincuentes que aquellos a los que representaban o enviaban a la cárcel y cuya fama es valorada por buena parte de la sociedad por considerar que los medios que usan, si les garantizan justicia.
Como era de esperar y era lo deseable, el gobierno transitorio, sin mucho esfuerzo destapa diariamente en ministerios y entidades públicas, casos de corrupción descomunal que significaron un sangrado inmisericorde de dineros del Estado para ir a parar a manos de militantes del MAS, su parentela y agentes extranjeros disfrazados de consultores.
Todo lo que se haga para recuperar lo robado al pueblo está muy bien y debe seguirse hasta que los/as responsables sean sancionados.
Sin embargo, existen algunos principios que en ninguna circunstancia debían ser dejados de lado por muy grave que sea el delito y despreciables los/as autores, entre ellos: la presunción de inocencia, el debido proceso y respeto a su dignidad humana, lo que implica que no se puede proceder a la detención de una persona sin cumplir con los requisitos previos de citación informándole la razón por la que se le investiga y exponerla públicamente al escarnio social sin que aún hubiera sido probada su culpabilidad.
También deben respetarse las garantías de un juez natural e imparcial, es decir, que la autoridad encargada de juzgar los ilícitos sea del lugar que establece el Procedimiento Penal y se encuentre libre de cualquier influencia positiva o negativa.
Es imperativo que se evite sobrepasar los límites que separan la justicia de la venganza.
Me dirán que el Movimiento al Socialismo (MAS) lo hacía, pero nos liberamos de ellos y no podemos continuar con sus practicas perversas.