Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:53

Economía reñida con la ética

Economía reñida con la ética
La información que recibimos desde diferentes partes del mundo sobre los efectos del COVID-19, las medidas adoptadas, los resultados en la vida y en la economía, resultan ilustrativas a tiempo de valorar las prioridades que para cada gobierno  tienen los seres humanos y la economía.
Se conoce que la cifra de muertos en los países europeos en general es altísima, particularmente, entre personas de la tercera edad. Tal es así que, por ejemplo, en España, el porcentaje de fallecidos mayores de 70 años es mayor al 80%, tendencia que se mantiene en casi toda Europa. Ante la situación, muchos gobiernos han tomado medidas de confinamiento para evitar la propagación del virus, unas más radicales que otras y la población de acuerdo a su disciplina cívica ha ido acatando sin necesidad de la aplicación de medidas compulsivas, evitando sea mayor el número de muertos. Pero también hay países que han dado prioridad a los aspectos económicos y se han mostrado renuentes a adoptar medidas de confinamiento, dejando que sea el desarrollo “natural” de la pandemia la encargada de definir en última instancia quiénes viven y quiénes mueren. Entre otros,  Suecia que ha decidido que su población de 10.230.000 habitantes  sea la que tome para sí la responsabilidad de cuidarse y valorar si sigue o no las sugerencias de las autoridades, el resultado es que a la fecha en una población cercana a la nuestra, el número de infectados suman a los 24.000 y los fallecidos se acercan a los 3.000, no obstante de tener un sistema de salud modelo para todos los demás países. En tanto que en su vecina Dinamarca, que sí ha tomado medidas restrictivas para la circulación de la gente,  el índice de fallecidos es menos del 50%.
Los datos de Suecia, Estados Unidos y otros países, que ante el dilema de preservar la economía tal cual la tenían o la vida de miles de seres humanos y optaron por la primera, nos muestran  una vez más que para muchos grupos políticos, gobernantes o no, la ética se halla totalmente reñida con la economía; y no es que no debe interesarnos la economía, sino que en un mundo con tantísima riqueza acumulada en pocas manos, no haría mayor daño preocuparse porque sean cada vez menos las personas que pierdan la vida por causas posibles de ser evitadas.
Esta es una reflexión también válida para quienes en Bolivia sienten la urgencia de sentarse en la silla presidencial y exigen elecciones ¡ya! , aunque en el proceso tengan que morir miles de personas. La ética debe anteponerse a intereses económicos, políticos u otros.

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