El 10 de diciembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos como un homenaje a la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas el año 1948. En la ocasión todos los estados democráticos, a tiempo de recordar tan significativa fecha realizan un recuento público de las acciones impulsadas para promover, proteger y garantizar los Derechos Humanos de su población, toda vez que son los Estados los obligados a protegerlos y prevenir las violaciones a nivel nacional, así como a oponerse cuando los demás Estados no cumplen sus obligaciones.

Mientras eso sucede en países democráticos con al menos mínima institucionalidad, en Bolivia, el gobierno, coherente con su línea autoritaria y resistente a reconocer la dignidad de todos los seres humanos, rinde su homenaje al Día Internacional de los Derechos Humanos con el reinicio de la cacería de opositores al partido gobernante. No le es suficiente subalternizar al sistema de justicia y usarlo para hacer escarnio con una mujer que tuvo la entereza de llenar el vacío dejado por el dictador que gobernó hasta el 2019 y huyó al ser develados la corrupción y su inocultable fraude electoral; lo hace contra jefes militares y policías que en cumplimiento de la Constitución Política del Estado se negaron a ser parte del baño de sangre y el incendio de ciudades propuesto por el entonces presidente; tampoco les basta con perseguir y acallar cuanta voz disidente exista en el país, incluidos medios de comunicación social. Hoy va contra regiones completas donde el partido gobernante no logra tener control absoluto; el ilegal y abusivo apresamiento del líder cívico de Potosí, la masiva movilización de policías sobre aquella ciudad y las reiteradas amenazas sobre Santa Cruz, así lo demuestran. 

Por otro lado, siempre en su línea coherente de desprecio a los DDHH el gobierno a través de sus voceros sale a defender a dictaduras criminales y corruptas como la de Nicaragua y oficialmente en la OEA se abstiene a condenar las graves violaciones a los DDHH que se cometen contra la gente que disiente con el autoritarismo y el latrocinio.

Pero, de todo podemos criticar al gobierno del MAS, pero al menos tenemos que admitir su coherencia con la línea autoritaria de resistencia al reconocimiento de la universalidad de los DDHH y la dignidad de todos los seres humanos marcado por su trasnochado Socialismo del Siglo XXI. Reconocer esta característica resulta indispensable para tener claridad sobre lo que se puede esperar de este gobierno y su partido, así como para tomar las previsiones en defensa de la democracia y los DDHH en Bolivia.

DE FRENTE

JULIETA MONTAÑO S.

Abogada, feminista, defensora de DDHH

julietamontañ[email protected]