Casualidades o decisiones calculadas
Empiezo esta columna rindiendo mi sentido homenaje a las periodistas Betty Condori, Johana Tapia y otros comunicadores que perdieron la vida por el virus. Paz en su tumba y condolencias a las familias.
Los bolivianos y bolivianas nos encontramos exhaustos al saber todos los días de la muerte de personas queridas y necesarias para sus familias, amigos/as y su entorno social; familias enteras contagiadas por el virus sumidas en la agonía y la desesperación al ver que la vida se les va pese a todos los esfuerzos, al extremo que ya no les queda nada de valor por vender para conseguir oxígeno y medicamentos convertidos en diamantes en polvo que enriquecen a seres inescrupulosos que han visto en la pandemia la oportunidad para acumular fortuna o aumentar la riqueza obtenida en años de corrupción gubernamental.
Llama la atención que todo el dolor y la desesperanza que reina en los hogares bolivianos no provoca reacción alguna en los formalmente presidente y vicepresidente del gobierno; las pocas veces que al primero se le escucha algo es solo arremeter contra Jeanine Áñez, su objeto de grotescas violaciones a sus Derechos Humanos o para pedirnos aguantar.
Paralela a la inercia y no me importismo gubernamental para con la salud, la educación y la economía, con perplejidad observamos acciones impulsadas desde esferas oficiales: reiterativas convocatorias a reuniones políticas masivas a las que por voluntad o la fuerza deben acudir todos/as los beneficiados con un cargo público a sabiendas que son la vía más eficaz para la diseminación del virus, y así fue, después de la concentración del MAS para desagraviar a su jefazo en Cochabamba, aproximadamente a los diez días, empezó la devastadora tercera ola y el departamento fue convertido en el que, en relación a su población, registra el mayor número de contagios y muertes. La persecución judicial a autoridades subnacionales elegidas de filas de la oposición distrayéndolas en momentos en los que toda su atención debía estar centrada en resolver problemas de la gente; el inhumano congelamiento de fondos del municipio de La Paz y las fiestas populares organizadas por sindicatos afines al gobierno.
Estos y otros hechos nos hacen pensar que las víctimas de la tercera ola de la COVID-19 en los departamentos en los que perdió poder el MAS no es casualidad; al parecer es el resultado de decisiones muy bien calculadas que responden a un perverso plan político de venganza y retorno al poder de Evo Morales y su círculo, diseñado por sus bien pagados asesores externos.
DE FRENTE
JULIETA MONTAÑO S.
Abogada, feminista, defensora de DD.HH
julietamontañ[email protected]