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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Permíteme compartir un sueño

Permíteme compartir un sueño

Anoche me acosté cansado, algo agobiado y con mucha ansiedad por un sentimiento de impotencia entre lo que puedo hacer y lo que quisiera hacer. No tardé mucho en sentir ese estado de somnolencia, justo antes de dormir. Este es uno de mis momentos preferidos del día porque ocurre algo similar a un portal astral entre la razón, el afecto y la emoción. Entre las luces que uno ve cuando cierra los ojos, en un momento mágico apareció mi abuelo, no lo conocí en vida, sin embargo, es un viejo amigo.

Voy a guiarte por el recuerdo del futuro, me dijo. Jaló una cuerda y se abrió el telón del escenario de un antiguo teatro en el que un oso llamado Baloo cantaba “busca lo más vital, no más y olvídate de la preocupación”, luego, mi abuelo vestido de cuenta cuentos, recitó “De mis tiempos” de María Elena Walsh, mi yo niño, escuchaba sentadito en su silla de paja. Un segundo antes de la llegada de los relojes, el techo se transformó en una cúpula similar a la de la basílica de San Pedro y la frase “Ancora Imparo” se iluminó en un gran letrero de neón simulando un tatuaje que estoy seguro que vi en algún lugar y no recuerdo.

Un pequeño silencio fue el preámbulo de un coro y luego los tambores con fuego, al más depurado estilo de Amado Espinoza. Las luces se apagaron y el escenario se transformó en la sala de mi casa, con la chimenea encendida y entre antiguas sambas de Jorge Cafrune, el abuelo dijo:

“Si  estás cansado, debes descansar; si estás agobiado y perdido en los laberintos de la ansiedad y la impotencia, debes hacer lo que sabes hacer: preocúpate únicamente por lo que puedes resolver; si quieres aprender chino mandarín te pones a estudiar y en ocho años (bueno, tú en catorce), lo estarás hablando; si estás asustado busca la paz, ora, ni la vida ni la muerte te corresponden, la actitud sí, esa depende de ti; cuando llega la noche haz tu oración, tú sabes perfectamente que Cristo no es ni Harry Potter ni una aspirina, simplemente en silencio deja tu corazón hablar porque Dios escucha mucho más tu sentimiento que tus palabras y lleva lo que dicta tu corazón a lo que sabes hacer.”

No había amanecido aún, pero la luz de un nuevo día iluminaba mi habitación, deja tu sentimiento hablar y haz lo que sabes hacer, dijo el abuelo.

JOSÉ JAVIER PRUDENCIO M.

Director de carrera a.i. Ingeniería Civil

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