Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 17:42

La vida sin salud

La vida sin salud

Por donde se quiera ver, la pandemia del coronavirus ha transformado la realidad de todos en este mundo, desde lo más simple que es entender el ciclo vital de un ser humano hasta pensar que somos infinitos o inmortales. Es así nuestra realidad actual, momento a momento nos ponemos a pensar en lo inexplicable de conductas humanas que rayan en la incomprensión como el no guardar distancia física con el prójimo o no prevenir posibles contagios evitando concentración de gente como si se tratara de un mero formalismo o de creerse todo poderosos para no sentir la necesidad de respeto por el prójimo. 

Las contrariedades y las contraposiciones están marcando una dinámica propia en el mundo, mientras comunidades muy desarrolladas ya han vencido al virus y se jactan de haber sido efectivos en su control, otras se debaten entre la permanencia o definitivamente la desaparición como las comunidades originarias en nuestro país. En este mar de contrariedades surge una reflexión fundamental: Esas frases muy trilladas como el desarrollo sostenible o el medioambiente han hecho carne hasta de los más aventajados, aunque hipócritamente estamos hablando de seres que no tienen la capacidad de por lo menos valorar la producción de alimentos, menos de cuánto cuesta a la tierra producir esos alimentos y más aún cuánto cuesta hacer tratamiento o disposición de los residuos de todos los procesos del cotidiano vivir. Todo ello es pensar en lo útil de las cosas y convencerse de que hay elementos y comportamientos superfluos y egoístas que quitan a unos para dar a otros y el equilibrio está cada vez más lejos, porque díganme si este no es un momento crucial de vida o muerte, un momento para replantear nuestras vidas, nuestras familias, nuestras relaciones y, por ende, nuestra manera de vivir. 

Díganme si no es un momento de reflexionar sobre el valor de los recursos naturales y cuanto hacemos porque pervivan y no se extingan. Díganme si en algún momento no les pasó por la mente el hacerse más poderosos económicamente con la ignorancia de la gente o con la oportunidad del hábil negociador que sigue construyendo castillos de arena a costa de todos los inmisericordes consumidores que no pueden abandonar sus hábitos descontrolados de consumir por consumir. El amor a la madre tierra, al ambiente y a todo lo que nos rodea pervivirá o mejorará en su horizonte finito si es que nosotros somos más responsables de nuestros actos y permitimos un mejor bienestar para nuestras futuras generaciones.

Hagamos conciencia de estas breves reflexiones para quitarnos de una vez del amor a lo innecesario, del amor a lo vanal y construyamos castillos de amor espiritual basado en el equilibrio y la justicia para todos en este mundo. Es más productivo sensibilizarse con el desposeído e influir en su mejoría, que seguir la cadena de los bravos consumidores que continúan con su autodestrucción porque la escasez algún momento los matará, no de hambre sino porque no habrá oxigeno que respirar.

JOSÉ CASTELLÓN O.

Agrónomo 

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