Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Ciudad sitiada

Ciudad sitiada

Son aproximadamente dos semanas que nuestra urbe viene soportando el impacto de los bloqueos con motivo de un descontento social de los resultados electorales de la última elección presidencial. Los actores del conflicto se esfuerzan en demostrar cada uno la validez o invalidez de los resultados finales de dicha elección. 

La acción más nociva y contaminante para nuestro ecosistema urbano es la quema de llantas y la emisión de gases de los petardos que se lanzan como pipocas durante los momentos de realización de las marchas y las protestas públicas. La responsabilidad es de todos los inmersos en el conflicto, las autoridades en actual gestión pública por su incapacidad de hacer respetar la norma ambiental y de derecho público (dejar pasar, dejar hacer) y, por otro lado, los protestantes que no saben cómo justificar los impactos ambientales que genera la acción de rebeldía social. 

Esa es nuestra ciudad sitiada y sin oxigeno suficiente para desarrollar su rutina diaria; se afectan infraestructuras de la ciudad, se interrumpe el tráfico vehicular, se restringe el acceso a alimentos y servicios urbanos, se interrumpe las actividades educativas, por tanto, se atenta contra la ciudad. 

Ese es el efecto de este conflicto social que ojalá permita madurar a nuestra sociedad, a pesar de las demandas exageradas que no podrán ser satisfechas en este momento y que se constituyen en pretextos de acciones vandálicas que no hacen más que retrasar el desarrollo de la ciudad. 

Se dice que se pone en juego la libertad de los individuos, pero también se podría decir la libertad no es cuestión de una elección mal hecha o mal administrada. La libertad también es respetar todos los bienes de uso público, tolerar a tu diferente, aunque no estés de acuerdo con su opinión y conciliar intereses comunes que no permiten una comprensión social entre diferentes. 

No se trata de justificar la postura individual o de un bando, sino de conciliar intereses para el bien común que es lo más difícil en este momento. La ciudad está pagando los platos rotos de las insatisfacciones sociales. Ojalá esta breve reflexión sea bien interpretada por todos los cochabambinos y permitamos una salida concertada al conflicto principal para madurar como sociedad y permitir que la ciudad se reponga de este efecto de sitiar un espacio donde sus habitantes conviven, cada uno con su lógica diferente de vida y bienestar. 

Es tiempo de que nos reencontremos entre nosotros para avanzar en este mundo tan conflictuado por egoísmos particulares y pseudoliderazgos que no respetan el bienestar común y los derechos humanos fundamentales.