Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 13:26

Ciudad fantasma

Ciudad fantasma

Aproximadamente van tres semanas que nos encontramos en una situación crítica y los efectos son evidentes en la ciudad. Por un lado, hay beneplácito porque la contaminación ambiental ha disminuido, de tal forma que pareciera que estamos en la Cochabamba de hace 50 años, con pocos habitantes activos que generan residuos que se reciclan naturalmente y las actividades económicas restringidas a los que pueden salir a obtener artículos de primera necesidad para alimentar a su familia y dependientes.

Por otro lado, está la desesperanza de ver gente que no tiene que comer porque el día a día ya resulta inútil y las reservas económicas se agotaron, por ende, hay que sobrevivir a como dé lugar aunque escarbando en los contenedores de basura depositada en la calle o en los lugares públicos. Toda esta situación se debate en la dualidad de condiciones debido a la tozudez de la misma humanidad, que agotó los recursos naturales más importantes (agua potable, bosque virgen y suelo agrícola) por el exagerado metabolismo urbano que representa el impacto ambiental más inhumano con impacto sobre la salud de la población en su conjunto.

Tuvimos que llegar a este desborde de una sustancia agresiva e invisible a simple vista, para darnos cuenta que ni con todo el dinero del mundo se puede combatir a un enemigo que ni se lo ve, y lo peor, que fue creado por la mísera acción humana de los más poderosos que quieren cambiar de patrón en cuanto a su lógica de dominación del mundo.

Se pueden escribir y contar miles de historias alrededor de los impactos que dejará esta pandemia en la ciudad, pero la miseria humana es el resultado más evidente; la autodestrucción seguirá apenas se reinicie la rutina de los que habitan este valle, con el convencimiento que nunca más podremos ver el río Rocha limpio como para bañarse, la calidad del aire como para no enfermar con bronquitis o cualquier otra enfermedad respiratoria, el suelo cubierto del asfalto antiestético y nocivo para la vista y la vegetación nativa. Nunca más podremos decir estamos en la Ciudad Jardín, nunca más podremos rememorar a la Cochabamba granero de Bolivia. Pero de algo debemos estar seguros los cochabambinos, la autodestrucción de este valle productivo es el resultado de nuestras intervenciones individuales y colectivas en desmedro de los recursos naturales más valiosos que tiene todo ecosistema, agua, suelo y aire en sus diferentes formas y presentaciones.