Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Liquidez y COVID

Liquidez y COVID

En esta coyuntura, la liquidez es una de las palabras que más se escucha o lee. Liquidez de los gobiernos, liquidez del sistema financiero, liquidez en las empresas y liquidez en los hogares y personas. Y es que la liquidez, por efectos de la cuarentena, ha disminuido a todo nivel.

La liquidez es una cualidad de los activos para ser convertidos en dinero en efectivo de forma inmediata sin pérdida significativa de su valor. Entonces, cuanto más fácil es convertir un activo en dinero se dice que es más líquido. Así como en un hogar lo más líquido son los ahorros en efectivo o las “joyas de la abuela”, la casa o vivienda es lo menos líquido. Lo mismo pasa en una empresa, donde lo más líquido son las cuentas bancarias o los  depósitos a plazo fijo,  luego los inventarios de mercadería, luego las cuentas por cobrar y, por el contrario,  los bienes muebles (maquinaria) o inmueble (terreno o planta industrial), son de menor liquidez.

La falta de liquidez es un problema por el que están atravesando hoy muchas empresas por efectos del COVID-19 y esto puede significar otros problemas en cadena, como la falta de pago a los empleados, dejar de pagar los alquileres del local, la compra de insumos y hasta dejar de pagar a los bancos.

La liquidez es el flujo de dinero que permite costear el proceso productivo, posibilita cumplir con las obligaciones y mantener en marcha la operación. Pero si la liquidez falla, lo más probable es que la empresa termine cerrando por insolvencia. 

La liquidez en las empresas es tan necesaria y vital como la sangre para el cuerpo humano. Por eso las empresas en esta coyuntura deben priorizar el mantenimiento de su liquidez a través de algunas acciones como ser: refozar la parte comercial y de ventas; bajar costos; acelerar las cobranzas; postergar al máximo las cuentas por pagar; gestionar mejor el capital de trabajo; monitorear los flujos de caja e identificar aquellas medidas que permitan obtener mayor liquidez.

Alicia Barcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, dijo esta semana, en el conversatorio promovido por la CAF por su 50 aniversario,  que por efectos del COVID-19 cerrarán 2,6 millones de empresa medianas y pequeñas en Latinoamérica, lo que generaría 11,5 millones de nuevos desempleos en la región. Por estas cifras alarmantes, todos los gobiernos de la región están apoyando con medidas al sector empresarial para inyectarle liquidez a través del  sistema financiero: préstamos para capital de operación, créditos para el pago de salarios, etc. 

Para apoyar a las empresas y preservar su liquidez, la banca boliviana ha diferido los pagos de sus obligaciones crediticias (meses de marzo, abril y mayo) y está revisando caso por caso la situación de las empresas para hacerles reprogramaciones, reestructuraciones y también refinanciaciones otorgando fondos adicionales. Además, hasta mediados de mayo, había desembolsado 300 millones de bolivianos a las empresas para que paguen salarios a sus trabajadores. 

Sin embargo, estos salvavidas no están llegando a todas las empresas porque no todas están en condiciones de demostrar, a los bancos, capacidad de pago por el mal momento que atraviesan debido a la restricciones en la movilidad, los retrasos en la cadena de suministros, la escasez de insumos o materias primas y la drástica disminución de la demanda de los clientes. Por eso, el presidente de Asoban ha solicitado otros 2.000 millones de dólares adicionales para atender a estas empresas y que el Estado se coloque como garante de esos fondos para que se amplíe el universo de los beneficiarios y que permita garantizar el pago de salarios, la estabilidad de empleos y evitar la quiebra de las empresas. 

Nuestras empresas necesitan mayor atención del Gobierno, este es el momento para explorar todos los mecanismos posibles e inyectarles liquidez antes que sea demasiado tarde.

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