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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Bala de Plata: vacuna o ivermectina

Bala de Plata: vacuna o ivermectina

Todos los grandes laboratorios del mundo se han lanzado en la búsqueda de esa “bala de plata” que nos libre del COVID-19. Hay 200 grupos trabajando en una vacuna y la OMS está siguiendo el desarrollo de estas investigaciones y, aunque muchos científicos creen que pueden lograr con éxito este desarrollo, el director de esta Organización Mundial de Salud ha aseverado que “no hay una bala de plata en este momento y quizá nunca podría haberla”.

Las vacunas que están hoy más avanzadas son tres: la vacuna experimental de Sinovac Biotech (China), la vacuna de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y la desarrollada por el laboratorio Moderna de Estados Unidos. Estas vacunas ya han superado la primera fase preclínica, donde han probado su eficacia y tolerancia en animales, ahora están en la segunda fase donde se prueba en un grupo pequeño de humanos (menos de 100) para evaluar su seguridad y efectos biológicos y, finalmente, en la última fase se incorpora más participantes (cientos de miles de humanos) y en las que se hacen pruebas aleatorias y de doble ciego, y se la compara contra un placebo. En Latinoamérica, se tiene tres proyectos en marcha que están registrados por la OMS. Brasil tiene dos iniciativas, el de la Fundación Oswaldo Cruz-Instituto Butantan y el de la Universidad de São Paulo, y la Argentina con la investigación Conicet-UNSM. También México con la UNAM y Perú con la Universidad Cayetano Heredia están trabajando en sus propias investigaciones.

Bolivia, según la ministra de salud, accederá a vacunas COVID-19 a través del mecanismo de acceso mundial denominado Covax, cuyo objetivo es acelerar el acceso equitativo. Se está observando de cerca las ofertas de las vacunas rusa denominada Sputnik V, la vacuna ChAd0xnCoV-19 de Oxford y la invitación China de probar su vacuna. Estas vacunas se podrían empezar a comercializar de forma masiva hasta fin de año  y llegarían a costar aproximadamente tres dólares.

Mientras tanto en nuestro país, la ivermectina y el dióxido de cloro se han convertido en la solución inmediata o nuestra propia bala de plata ante esta pandemia. Muchos médicos y centros médicos utilizan la ivermectina dentro de sus protocolos de atención a los enfermos con COVID, tanto en el tratamiento como en profilaxis, de manera semi-clandestina porque el gobierno y la OMS no han aprobado su uso para el COVID-19. 

La ivermectina, al igual que la aspirina y penicilina, tiene origen natural y su uso es masivo, habiendo mejorado la vida de millones de personas desde su descubrimiento. En efecto, desde 1987 se han distribuido más de 3.700 millones de dosis en el mundo para enfermedades causadas por parásitos como la oncocernosis y la filariasis linfática. El impacto que ha tenido desde entonces, ha merecido el premio Nobel 2015, en fisiología y medicina, para el japonés Satochi Omura y para el irlandés William Campbell. El mismo Omura, en recientes declaraciones, está impulsando el uso de la ivermectina como tratamiento contra el coronavirus y un grupo de investigadores de la Universidad de Monash de Australia ha probado que una dosis de ivermectina puede eliminar todo el ARN viral del coronavirus en 48 horas, pero indica que ahora faltan ensayos para determinar las dosis aconsejadas en humanos.

Lo cierto es que a falta de soluciones inmediatas, en Bolivia, nuestra población con la desesperación ya encontró su propia “bala de plata” que es la ivermectina. Sería importante que gobierno y universidades hagan estudios  complementarios para sistematizar y masificar su uso a través de protocolos oficiales en los centros médicos del país.


JORGE VELASCO T.

Ingeniero industrial, magíster en Innovación y Desarrollo Emprendedor, y docente

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