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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La cultura: Reflexión (II)

La cultura: Reflexión (II)

Si bien, civilización y cultura han sido utilizadas como sinónimos en el contexto de la vida europea y folclore ha servido para diferenciar aquella aristocracia de la plebe, oscureciendo nuestra comprensión de lo que es la cultura; es importante mostrar que la idea de arte también interfiere con esta comprensión. El surgimiento de esta idea, en la Europa del siglo XVI, en el inicio de la Modernidad, sirvió para incorporar un referente de erudición, complementaria a la de civilización, en algunas prácticas y en el conocimiento de estas. Además, junto a la emergencia del mercantilismo, prácticas particulares como eran la música, la danza, la pintura, la escultura, la poesía y la literatura, empezaron a ser denominadas, de modo genérico, arte. De este modo, poco a poco, la idea de arte, al mismo tiempo que se difundía en los círculos aristocráticos en Europa, se fue haciendo parte del proceso de mercantilización de la vida hasta transformarse en un negocio que mueve millones de dólares en todo el mundo. Pero esto no fue siempre así, aquellas prácticas particulares se las desplegaba como parte de la vida en las diferentes civilizaciones.

Su función era sobre todo ritual y el componente estético estaba subordinado a aquella función. Más relevancia tenía su sentido de cohesión social producido por la importancia ritual. Pero también, a partir de la necesidad de reproducción de la vida, el componente pedagógico se hizo parte de este tipo de prácticas. Poco a poco el componente estético fue cobrando relevancia y junto con esto la función mercantil se hizo parte de los procesos de transformación.  

Aquel componente estético y su relevancia demandaban mayor maestría en la elaboración de aquellas prácticas. Ya sea en el canto, en la música, en la danza, en la escultura o la literatura, sus ejecutores fueron exigiéndose más y más. De este modo, aquellos especialistas de la antigua Europa denominados mester de juglar, mester de cortesía y mester de clerecía, fueron dando lugar a los cultivadores de arte, del latín ‘ars’, ‘artis’ y del griego ‘téchne’, diferenciados de los anteriores por la relevancia estética y técnica de su producto.

Así, con el paso del tiempo, en la misma lógica de la idea de civilización, distanciándose de lo bárbaro y lo salvaje o diferenciándose de folclore, el arte ocupó un lugar en aquella idea aristocrática de cultura y en muchos casos ha servido para suplantarla. Entonces no es raro que conciertos de música, espectáculos de danza o exposiciones de pintura sean denominadas actividades culturales.

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