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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 07:26

5 emociones básicas

5 emociones básicas

La neuropsicología nos plantea que todos nacemos con cinco emociones capitales: el miedo, la ira, el asco, la alegría y la tristeza. Dependiendo qué emoción cargamos en nuestras vidas o la forma en cómo la vivimos, dependerá, en buena medida, la construcción de nuestras vidas y la de nuestro entorno.

La ira puede ayudarnos a tomar fuerzas para salir de un problema; el miedo nos ayuda a sobrevivir, a ser cautos; la tristeza nos provoca empatía y resiliencia; el asco nos protege de situaciones difíciles y, la alegría nos provoca felicidad.

Pero dependerá de si nosotros subrayamos más una emoción que otra o nos entrampamos en una sola y la transformamos en un sentimiento negativo. Ahí es cuando surgen todos los problemas como personas, a tiempo de construir amistades, liderazgos, mantener relaciones amorosas o puestos de trabajo.

Mucho se ha hablado, también, de la inteligencia emocional y de cómo nuestra racionalidad siempre está sustentada en una emocionalidad. No existe la racionalidad fría y pura, como tampoco la emocionalidad al cien por ciento. Ambas conviven. Ambas se retroalimentan. Ambas nos hacen humanos.

Lo interesante es que la inteligencia emocional se aprende. Está científicamente comprobado que nuestro cerebro es plástico. Es decir, es maleable. Puede modificarse. No es rígido. Uno aprende todo el tiempo y las emociones son como un músculo que debe ser ejercitado todo el tiempo. 

Podemos aprender a ser felices, como podemos sumirnos en la tristeza. Podemos abrazar al miedo e inmovilizarnos por completo. Paralizarnos. O aprender que el temor es una herramienta muy valiosa para sobrevivir y fortalecer nuestras acciones.

La ciencia nos dice que la inteligencia emocional está en el sistema límbico del cerebro, encargado de controlar los sentimientos, los impulsos y los estímulos. Y los estudios sostienen que dicho sistema aprende mejor mediante la motivación, la práctica prolongada y la retroalimentación. 

Debemos aprender que nosotros debemos romper con viejos hábitos de comportamiento y establecer otros nuevos. Desde cambiar la acostumbrada ruta de viaje al trabajo de todos los días, hasta hacer el esfuerzo de saludar de manera cordial y sonreír la mayor parte del tiempo posible. Si nos grabásemos en audio y video, estoy seguro de que nos sorprendería ver nuestros rostros adustos, nuestras malacrianzas, nuestro desinterés. Nuestra falta de empatía con el prójimo (...). Así que, amigo lector, piense en sus cinco emociones y ojalá pueda lograr un equilibrio con ellas y disfrutar mejor de sus amigos, de su trabajo, de su pareja y, al final de cuentas, de su vida.