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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Resignificar las fiestas de fin de año frente a la pandemia

Resignificar las fiestas de fin de año frente a la pandemia

Pasó Navidad y llegó el Año Nuevo, con fiestas y celebraciones, austeras o esplendorosas en dependencia de los sectores donde se las realice, ahora postergadas por una decisión municipal que limita las reuniones a contextos muy familiares como medida de seguridad ante la amenaza del virus, territorializando así vivencias según el tipo de comportamiento ciudadano en sociedad, impulsando a desarrollar actividades en espacios abiertos o cerrados, pero ahora en un entorno mucho más íntimo. Se evidencia nuevamente la amenaza latente que emerge por olas, la pandemia, marcada por los estragos ocasionados en ámbitos sociales, económicos y ambientales. Este suceso orienta a caracterizar comportamientos sociales en fechas festivas, que de acuerdo al grado cultural, vivencial y sobre todo conciencial, los ciudadanos se remiten a la tranquilidad y seguridad de sus hogares, mientras otros dan rienda suelta a sus instintos fiesteros en el espacio público, olvidando la presencia del virus; caracterizando así dos tipos de comportamientos, los que se cuidan frente a la amenaza y los que definitivamente no les importa.

Esta caracterización de ciudadanos resulta muy ortodoxa y rígida, ya que de ser así sería muy perjudicial para la dinámica económica que requiere de ciudadanos en interacción para el movimiento correspondiente. De esta manera es que la territorialización de comportamientos es cada vez más orientada a las medidas de bioseguridad, que entre barbijos y profusos chorros de desinfectantes, los grupos sociales interactúan con cierta distancia, respetando normas que más allá de la coerción las cumplen por un simple instinto de supervivencia frente a una amenaza, resignificando así la vida en sociedad; mientras que otros grupos interactúan indiferentes a una amenaza y dinamizan su vida como si nada pasara y sin evidenciar ninguna resignificación de comportamientos.

Fingir que no pasa nada para evitar contagios, puede resultar una interesante opción, pretendiendo que la temporada de las fiestas de fin de año no son para nada relevantes; pero los seres humanos en esencia, somos seres sociales y muy afectos a los rituales, donde celebrar la Navidad y el Año Nuevo resulta muy significativo para una mayoría de las personas, ya que marcan un final y un inicio de ciclo, denotando una pausa para generar cierres y sembrar comienzos, acercándonos más a nosotros mismos y a nuestro entorno más preciado, ahora de una forma distinta ya que muchos perdieron seres queridos, otros sus trabajos, se esfumaron ilusiones y esperanzas, haciendo que estas emotivas fechas cobren otra significación y, por consiguiente, una territorialización de comportamientos algo o muy distinta (...). Basta observar, por ejemplo, para asimilar esta reflexión, al paseo de El Prado cochabambino, o al Parque Lincoln, o ahora los salones de eventos sin fiestas públicas por un año más.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA PÉREZ

Docente e investigador IIACH- UMSS

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