Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Paisaje y conflictividad territorial

Paisaje y conflictividad territorial

Los seres humanos creamos lugares en el espacio, los vivimos otorgándoles significado, nos arraigamos a ellos y nos sentimos parte de los mismos. Los lugares son esenciales para nuestra estabilidad emocional, porque nos vinculan a una lógica histórica y porque actúan como vínculo de contacto e interacción entre los fenómenos mundiales y la experiencia individual.

A menudo asistimos a una pérdida traumática del sentido de lugar, lo que genera no solo un conflicto interno personal, sino también un conflicto social al no sentirnos identificados con un determinado territorio desde el momento en el que su paisaje ha perdido su discurso como también su imaginario. Este problema genera diferentes niveles de conflictividad personal y social que se desprenden de la mencionada pérdida traumática del sentido del lugar y el papel que el paisaje desempeña en todo este proceso.

Esta conflictividad cada vez se expresa con mayor protagonismo por los ciudadanos, mostrando que la sociedad civil se encuentra viva y no se resigna a esta pérdida del sentido de lugar y esto hace pensar que se está cambiando de paradigma en el sentido de que las clásicas estructuras materiales e ideológicas que se creían infalibles, se están resquebrajando, perdiendo cada vez más su solidez y consistencia, donde los pilares del sistema de producción hegemónicos muestran grietas y los valores sociales imperantes, la competencia y el individualismo reinantes, se ven cuestionados por nuevas actitudes ante el trabajo y el medio ambiente. Producto de este cambio, hay cada vez más movimientos que claman por una vida más plena en un entorno más amigable y respetuoso con el medio ambiente y sus lugares.

Los colectivos ciudadanos son una respuesta ante las afrentas al paisaje, evidenciándose en Cochabamba, por ejemplo, movimientos en pro de la naturaleza que protege el arbolado urbano y otros tantos que van generando control social en el sistema vial y las bicicletas, mientras otros sientan denuncia sobre asentamientos ilegales, definitivamente representan acciones muy positivas para cuidar un progresivo daño al paisaje, producto de intereses políticos y comerciales que no siempre buscan el bien común.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA PÉREZ

Docente e investigador IIACH- UMSS

[email protected]

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