Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

Mutaciones en el espacio público

Mutaciones en el espacio público

La ciudad se estudia desde múltiples puntos de vista otorgados por experiencias de acciones que suceden en el espacio urbano, donde se dan relaciones vivenciales que usan lo público para trasladarse, motivarse o, al final, expresarse en términos culturales, artísticos o políticos, cobrando significancia en dos aspectos: lo material y lo inmaterial. 

En cuanto al aspecto material, se encuentran elementos formales, como proporción y jerarquía, por ejemplo. En cuanto a lo inmaterial, los elementos se refieren al interés, significado, apropiación, agrado, etc. La relación de estos aspectos hacen que un espacio se destaque por su belleza, con juicios de valor muy subjetivos y por la significación que cobra en el tiempo en paralelo, con el interés o agrado que despierten como también al miedo o al rechazo.

En Cochabamba, la apropiación espacial y uso simbólico muestran cambios de acuerdo a la conyuntura vigente que se refleja especialmente en la plaza 14 de Septiembre, El Prado y la plazuela de Las Banderas, donde eventualmente contienen manifestaciones sociales en disputa, que terminan definitivamente de alejarlas de un rol inicial de esparcimiento, adquiriendo simbolismos mutantes en función de la coyuntura vigente.

Por el contrario, un lugar que se transforma promoviendo paz, relajamiento y también cultura, es la plazuela Del Granado, que apoyada por un aparato institucional privado y público, en días de semana regulares se constituye en un lugar seguro y acogedor, mientras que por las noches su contexto evoca miedo e inseguridad; sentimiento y percepción similar se da en el sector de la Coronilla y plaza San Sebastián. Así estos espacios de disputa y de paz adquieren simbolismos diferentes en un entorno urbano bien cercano.

Bajo estas reflexiones, mirar a Cochabamba desde las estrategias discursivas, muestra que los espacios públicos fueron conformados históricamente por jerarquías sociales, cuyo ejemplo más notorio es el espacio del Paseo de la Alameda, El Prado, que en sus inicios fue un  escenario rural que cobijaba a migrantes alemanes, elaboradores artesanales de cerveza, cuyo acceso estaba condicionado a ciudadanos con un cierto poder económico y social, cuyo uso elitista se veía marcado por un arco que trataba de emular al Arco del Triunfo de París y que este signo terminó por constituirse en un símbolo selectivo social y que, paradójicamente, ahora se encuentra emplazado como portal en el ingreso del cementerio general.

Actualmente, el paseo de El Prado se constituye en un escenario transitorio para acceder a la zona norte, manteniendo la característica de solaz y entretenimiento con la presencia de varios restaurantes para aportar en el entrenimiento en sociedad, que en paralelo es cobijo de manifestaciones culturales y cívicas, desde entradas folclóricas hasta desfiles conmemorativos, además de cobijar al regocijo popular navideño, que en diciembre lo convierte en un auténtico centro de entretenimiento, además, de un escenario muy comercial, caótico y desordenado y, eventualmente, un espacio de disputa de acuerdo a la coyuntura social y política.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA  P.

Docente investigador IIACH/ UMSS

@Jaime_Alzerreca