Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 22:24

La disputa del espacio público

La disputa del espacio público

Una ciudad se construye colectivamente en base a su historia, el conocimiento adquirido y construido, la forma de cómo transforma su contexto tanto social, natural y económico, cumpliendo en mayor o menor grado normas y políticas públicas, así como rescatando saberes ancestrales para aprender del pasado y su cultura.

El espacio público reproduce relaciones sociales, donde la ciudad se va consolidando en el tiempo en un proceso histórico de diferentes etapas, asumiendo formas, características y funciones diferentes de acuerdo al contexto que toca vivir, donde esta aparente construcción colectiva no siempre parte de un proyecto de consensos en el que participan todos. La ciudad en sus espacios públicos son un constante escenario de reproducciones de relaciones de clase que provocan conflictos sociales y lucha, donde los que tienen la capacidad de producir espacio poseen los instrumentos para reproducir y acrecentar su poder. El espacio público evidencia dos categorías, la primera en torno a la apropiación del espacio en cómo se usa y ocupa por los individuos en colectivo, ya sea como un canal de tránsito o de manera vivencial y disfrute; la segunda, referida a la disputa del espacio bajo un sistema de control sea político, religioso, cultural, o al final económico. En este contexto, las prácticas sociales se matizan de diversos sentidos y sus significaciones se dinamizan en espacios usados y producidos de forma particular.

Ulrich Oslender, geógrafo político y cultural, sostiene que históricamente grupos excluidos se apropian de lugares donde el poder hace ejercicio, generando acciones a partir de prácticas espaciales de resistencia, así el espacio no solamente es dominado por un poder que lo administra, sino que brinda la posibilidad de subvertir el poder dominante y de esta manera el espacio público es parte fundamental de una política de resistencia articulada a partir de los movimientos sociales.

La dinámica boliviana muestra que los desacuerdos se canalizan en conflictos, generando acciones sociales marcadas por la tensión entre colectivos sociales y el Estado, provocando sensaciones de disgusto o complacencia según los resultados de una pugna, donde este ejercicio de ciudadanía es cobijado por el espacio público marcado por una constante disputa, mostrando una gran cantidad de manifestaciones colectivas que terminan por territorializar la política en las calles con el consiguiente perjuicio a la dinámica de una sociedad que busca encontrar la estabilidad para desarrollarse de forma normal, para revertir todo lo malo que pasó en este último tiempo.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA PÉREZ

Docente e investigador IIACH- UMSS

[email protected]