Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Territorialidad y espacios públicos navideños

Territorialidad y espacios públicos navideños

Otra vez estamos en las vísperas de la Navidad y en algunos de los espacios públicos estratégicos de nuestra ciudad ya empezaron a decorar con el “espíritu navideño” dizque. Pero, ¿son correctas sus significaciones y simbolizaciones asumidas?, ¿son las lucecitas de colores?, ¿los pinos (de plástico a falta de naturales) adornados y con regalos a sus pies?, ¿el Papa Noel de antes o el Grinch de ahora (que paradójicamente odia todo lo relacionado con la Navidad)?, ¿es reunirse para “destapar la felicidad”?, ¿es imitar paisajes nevados e imaginar paseos en trineo?, entre otras acciones afines. 

La verdad es que estas territorialidades, entendidas como “acciones humanas con la capacidad de controlar, influenciar o afectar objetos, personas y relaciones en un área delimitada” son meticulosamente implementadas y fomentadas por actores sociales que se apropian y que le dan significado predeterminado, con estas expresiones materiales y simbólicas de la Navidad, creando de este modo una forma exclusiva y excluyente del territorio. Cuando en realidad, todo territorio contiene diversas territorialidades, construidas por las demás personas que convivimos en sociedad. Entonces, ¿qué pasa con las demás territorialidades? Sencillamente se las omite.

La publicidad (para vender) y la propaganda (para convencer) son herramientas poderosas y exitosas que manejan a las personas a su antojo. Todos quedamos obnubilados por la competencia consumista de los regalos. Aceptamos pasivamente la Navidad, en términos de negocio, alejada de su origen espiritual.

Se afirma que no hay relaciones sociales sin territorio, ni territorio sin relaciones sociales. En este sentido, se entiende al territorio como un resultado de la apropiación de los espacios por parte de los diversos grupos humanos que lo habitan. Por lo tanto, es una construcción social, económica, cultural y simbólica.

Los espacios públicos navideños deberían ser construcciones colectivas, con participación de todas las territorialidades, en términos de relaciones articuladas, solidarias y colaborativas, que permitan expresar afectos y rescatar memorias propias de pensar, hacer, sentir, decir y representar la Navidad entre quienes participan. Dándoles nuevos sentidos a estos territorios, para que sean verdaderos espacios públicos, donde todos se sientan espiritualizados y, sobre todo, en coherencia con la versión de aquel niño que nació hace 2021 años, en un establo sin opulencias materiales, pero con grandes y trascendentales significancias.

La Navidad puede ser un espacio, tiempo para inventar, proponer y transformar el sentido de los espacios públicos navideños.

CIUDAD SUSTENTABLE 

GERMÁN TÓRREZ MOLINA

Economista

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