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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Insinceridad con el Parque Tunari

Insinceridad con el Parque Tunari

Es inevitable referirse, una vez más, sobre lo que le sucede desde hace muchísimos años al “pulmón de la ciudad de Cochabamba”. Tanto se ha escrito y estudiado sobre el Parque Tunari, que ya no sorprenden los incendios e invasiones que sufre recurrentemente, sino que ya da vergüenza de nuestro cinismo como sociedad beneficiaria de sus servicios ambientales. El incendio del domingo, el más grave de los últimos años, hubiese seguido por varios días más en los esfuerzos por extinguirlo con el principal recurso que se dispone: el voluntariado y sus precarios e improvisados recursos, a no ser de la providencial lluvia que se desencadenó al finalizar la calurosa y ventosa tarde del domingo.

Asimismo, desde hace muchos y bastantes años, se sabe de la problemática del Tunari. Además de las propuestas de solución presentadas a consideración de los responsables por ley, ¿qué paso? Sencillamente, como se dice coloquialmente “se hicieron a los del otro viernes” y la otra pregunta obvia ¿y por qué? Porque es un tema complejo que requiere también una solución compleja. Lo que demanda capacidad, implicando una coordinación interinstitucional en el marco de la normativa establecida. Por ejemplo, desde la Ley 253, pasando por la ley 1262, Decreto Supremo 24781, Ley 1333, Ley 071, Ley 300, la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional (Art. 385) y otras disposiciones conexas. En síntesis, casi no hay nada por descubrir, sino más bien existe mucho por hacer en base a las leyes y estudios realizados. Mientras tanto, se puede asegurar que el incendio del último domingo seguirá siendo uno más de los probables que se irán sucediendo en el futuro. Seguiremos viendo en la prensa oral, impresa y visual los espectaculares reportajes del desastre para los ratings de audiencia, junto con las “medidas extraordinarias” como el patrullaje aéreo las 24 horas del día o el aumento de 10 personas más para vigilar el Tunari, entre otras iniciativas. En fin, parece que el papel aguanta todo y nosotros también.

Nadie, que circunstancialmente sea autoridad municipal o de gobierno, puede excusarse de desconocer esta problemática y sus responsabilidades que por ley les corresponde ejercer y desde luego nosotros mismos como ciudadanos que tenemos la responsabilidad de elegir a nuestros representantes. Este paisaje recurrentemente devastado, es una afrenta de nuestra insinceridad.

CIUDAD SUSTENTABLE 

GERMÁN TÓRREZ MOLINA

Economista

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