Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 10:50

Gobernanza y ciudad

Gobernanza y ciudad

En estos últimos tiempos, nuestra ciudad se encuentra alterada por una serie de interrupciones que afectan el normal desarrollo de su cotidianidad, que rayan en muchos casos en la irracionalidad por la trivialidad de sus motivaciones, por los desproporcionados perjuicios y excesivas demoras en dar solución a los mismos. Todos los protagonistas y los llamados por ley a atender y prever estos acontecimientos, parecen estar inmersos en una Torre de Babel, donde nadie se entiende con nadie. Y no se trata de acusar a alguien en particular, porque no se conoce a cabalidad los pormenores que implican estos conflictos. Lo cierto es que perdemos todos, los que demandan reivindicaciones, los que honestamente procuran soluciones, hasta los que nada tienen que ver con estos dilemas. Una sociedad en permanente estado beligerante, difícilmente alcanzará condiciones de sustentabilidad, porque se socavan las condiciones de los lugares donde valga la pena vivir, convivir y echar raíces. El estado de “crisis” de las relaciones entre todos los actores, redunda en añorar tener una “calidad de gobierno” con capacidad de resolver los problemas públicos viejos y nuevos de nuestras sociedades. Que sea capaz de gobernar en las condiciones de escasez, adversidad e incertidumbre que son características más o menos generales de estos tiempos. Una capacidad de administrar estos cambios, una capacidad de conducirlos y acompañarlos idóneamente a los propios ritmos. Esmerarse por mejorar la calidad de las decisiones y sobre todo de anticiparse a los probables hechos. No negociar en las calles a gritos e insultos sino ir al encuentro de los mismos por los síntomas previos que tienen. Se requiere empezar a generar confianza a partir de generar información pública confiable. Es importante practicar y transparentar las evaluaciones públicas de gestión, especialmente la gestión financiera, porque la evaluación cobra más fuerza que la planificación, los resultados más que los objetivos propuestos.

Cualquier gobierno reticente a rendir cuentas, propicia, condiciones de vulnerabilidad financiera e insolvencia, quedando destinada a recurrir a la demagogia para seguir convenciendo ante su inutilidad para sus comunidades y contradictoriamente es un poder sin poder hacer nada importante.

El recurso es el diálogo con información pública confiable y transparente, para contribuir a una cultura de eficiencia económica y de desempeño. Es fundamental promover el autocontrol, en la perspectiva de cumplir lo señalado por ley. La cancha está rayada.

CIUDAD SUSTENTABLE

GERMÁN C. TÓRREZ MOLINA

Economista

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