Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

Desobediencia y sustentabilidad

Desobediencia y sustentabilidad

Actualmente a nivel mundial – y con muy pocas excepciones – se está poniendo en evidencia un fenómeno social que llama la atención, el simple hecho de que “una cosa se dice y otra se hace”. Pareciera que hay abismos de incomprensión entre los ‘mandantes’ y los ‘mandados’. Esa falta de empatía de la que adolece una gran mayoría de líderes, autoridades, dirigentes, paladines, entre otros, ponen en riesgo la sustentabilidad de las medidas y disposiciones en favor del bien común. 

Por ejemplo, las medidas de bioseguridad. Son abundantes, reiterativas y elocuentes las recomendaciones del comportamiento social e individual a todas las personas, sobre este tema. Sin embargo, la realidad demuestra la equivocación de estos enunciados, porque sencillamente no se obedecen, no se cumplen, no se hacen cumplir. ¿Por qué? Es una pregunta que desafía a las más lúcidas respuestas.

Pensemos en los países que conforman el “primer mundo” en Occidente, a los que en las últimas décadas se los ha considerado como las máximas expresiones de desarrollo y progreso en todo sentido. Países “imanes” que atraen a casi todos los seres humanos (independientemente de su nacionalidad), a emigrar a esas tierras o a simplemente emularlos en sus estilos de vida. Países que parecían tenerlo todo, hasta las razones de existir como personas del siglo XXI. Sin embargo, el rebrote de la COVID- 19 o la denominada “segunda ola” (ojalá solo fuera una segunda probable ola), los deja mal parados. 

Como se dijo antes, las explicaciones sanitarias públicas ofrecidas no llegan a consensos convincentes, es más, debido a sus incoherencias y omisiones se podría sospechar de ser inclusive insinceras justificaciones.

En nuestro medio, la predominante desobediencia a las medidas de bioseguridad es una característica. Si a ellos que tienen mejores condiciones de vida les está pasando lo que les pasa ahora, a nosotros que adolecemos de esas mejores condiciones ¿qué nos espera? Asusta la deducción.

No es suficiente con prohibir, con recomendar, con publicar o amenazar. Lo que hace falta es ofrecer un “valor de cambio” en la obediencia a las medidas de bioseguridad, preservar la vida con trabajo, vida con dignidad. Y, sobre todo, con un seguimiento permanente.

CIUDAD SUSTENTABLE

GERMÁN TÓRREZ M.

Economista

[email protected]