Una característica de nuestro tiempo es la paradoja de vivir atravesados por redes de comunicación y al mismo tiempo sentir que vivimos en estados latentes de incomprensión. No obstante, de tener el Internet como recurso principal y que la mayoría de la gente cuenta con uno o más dispositivos de comunicación (celulares, computadores, etc.). 

Esta mayor comunicación no conlleva una mejor comprensión entre nosotros. Paradoja, que redunda en la dificultad de lograr las correlaciones afines, que son necesarias para seguir en la senda de construir una ciudad sustentable. Por ejemplo, el tema del proyecto alternativo al cierre del botadero de K’ara K’ara, de las plantas de tratamiento de aguas residuales, las redes de distribución de agua a partir de las aducciones de Misicuni, del cambio del material de las aceras del centro de la ciudad, el puente caído de la avenida 6 de Agosto y un largo etcétera de temas y proyectos que no se materializan por la “incomprensión de la gente”.

Al margen de las pugnas e intereses que puedan implicar estas contribuciones hacia el logro de una ciudad sustentable, el desafío es siempre para los responsables de la educación, puesto que ninguna tecnología puede aportar por si misma a la comprensión. Entonces, una cosa es educar como se educa tradicionalmente, para cualquier campo disciplinar (derecho, medicina, arquitectura, economía, etc.) y otra es educar para la comprensión humana; “enseñar la comprensión entre personas como condición y garantía de solidaridad intelectual y moral de la humanidad” (E. Morín). Puesto que nos olvidamos que todos ya seamos “ganadores y perdedores” por imponer o por someternos a los intereses en juego, vivimos en el mismo lugar, en la misma ciudad, en la misma región, en el mismo país, en el mismo continente, en el mismo planeta, que respiramos el mismo aire y que experimentaremos más antes o más después las consecuencias de nuestros actos. Quizá se piense que irse al extranjero o lejos, es la solución. Otra vez, se olvidan que los problemas de esta incomprensión, ahora están en todas partes del territorio que compromete al planeta.

Comprender implica un proceso de empatía, que va más allá de los clásicos intereses de clase o exclusivamente económicos, implica humanidad, intersubjetividad, generosidad, otra calidad de personas dispuestas a revisar sus raíces ego-socio-céntricas. 

CIUDAD SUSTENTABLE

GERMÁN C. TÓRREZ MOLINA

Economista

[email protected]