Cartografiar el territorio
Desde la escuela estamos acostumbrados a ver mapas de diversa índole, como los de nuestro país, dividido en 9 departamentos, de nuestro departamento dividido en sus 16 provincias, de nuestro municipio dividido en sus 6 comunas, de cualquiera de sus comunas subdividida en distritos y de cualquier distrito la parcelación en sus unidades territoriales de base. Asimismo, se suelen presentar mapas geográficos, hidrográficos, económicos, turísticos, de riesgos, de flora, fauna y un sinfín de tópicos y motivos que interesan a la escolaridad y a la novedad de mapear, como fotografías de una realidad estática, pasiva y sobre todo “neutra”, al margen del accionar humano. Lo que se muestra está ahí, quizá de manera interesante, pero sin representar sus dinámicas. Es decir, se grafica solo para conocer e informar un estado de situación que lleve a alegrarse o a lamentarse, por estar así y punto.
El territorio entendido como el resultado de la apropiación y comportamiento de las personas en un determinado espacio, es mucho más que un simple mapa anodino, estéticamente elaborado. Cartografiar el territorio es llenar de contenido humano la representación de la realidad, es traducir la espacialidad de lo humano en el tiempo. Como una interpretación de avances y retrocesos a partir de acciones humanas en determinado lugar del territorio. Utilizar el lenguaje cartográfico (líneas, grosores, colores, texturas, áreas, íconos, etc.), en su potencial semiótico o de significación. Para descubrir correlaciones de causas y efectos en el tiempo.
Por ejemplo, ¿cuáles son los “lugares o puntos calientes” en el territorio regional? Pueden ser: el botadero de K’ara K’ara, la laguna de oxidación de Alba Rancho, la cota 2750 al norte de la cordillera del Tunari, la laguna Alalay, el centro histórico del municipio de Cochabamba, la plaza Bolívar de Quillacollo, los límites en conflicto entre los municipios, los acuíferos cordilleranos, el lago de la Angostura, los lugares de emplazamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales, La Cancha y sus alrededores, la Coronilla, los espacios de parqueo vehicular, las ciclovías, los desplazamientos peatonales y un largo etcétera.
Como se comprenderá, estas dinámicas no se mapean o cartografían en su evolución en el tiempo. Se hace un uso restringido de la representación gráfica del territorio. Las soluciones a construir necesitan el aporte de la ciudadanía que se conseguiría, facilitando este tipo de información.
CIUDAD SUSTENTABLE
GERMÁN C. TÓRREZ MOLINA
Economista