Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

La Masacre de San Juan

La Masacre de San Juan

La Masacre de San Juan es el nombre dado al asalto militar de los campamentos mineros de Siglo XX y Catavi, el 24 de junio de 1967, ordenado por el entonces presidente defacto de Bolivia general René Barrientos Ortuño, quién con el pretexto de que en los centros mineros se estaba gestando un foco guerrillero, decide junto a su alto mando militar la toma por sorpresa de los centros mineros de Catavi y Siglo XX, para de esa  manera terminar con cualquier posible amenaza contra su gobierno.

Los Trabajadores mineros habían determinado apoyar el movimiento guerrillero con una mita, además de exigir la restitución de sus salarios que fueron rebajados en un 40%. La población se aprestaba a las celebraciones de la Noche de San Juan, con toda normalidad el 23 de junio por la noche, sin sospechar que el Ejército se encontraba rodeándolo. Es así que la madrugada del 24 de junio, fracciones del regimiento Rangers y Camacho de Oruro bajaban de los vagones del tren, empezando la ocupación de los campamentos mineros.

Las tropas se desplazaron hacia la plaza del Minero, donde estaban instaladas las oficinas del glorioso Sindicato de Trabajadores Mineros de Siglo XX y la radio emisora La Voz del Minero, donde fueron sorprendidos por el Ejército, quienes atacaron con toda su artillería, acribillando sin discriminación a hombres, mujeres y niños a quemarropa. Las mayores víctimas se registraron en el campamento de La Salvadora; al final de la ocupación, ningún medio pudo determinar la cantidad exacta de muertos, heridos y desaparecidos.

La prensa orureña, erróneamente, señaló que hubo enfrentamientos, lo cual era falso, toda vez que se trataba de una masacre; muchos heridos no fueron al hospital, algunos obreros simplemente desaparecieron, sin que se hubiesen podido establecer con exactitud, hasta el día de hoy, las cifras de la masacre, aunque posteriormente se calculó que los desaparecidos podrían llegar a 200 personas. Sin embargo,  desde la clandestinidad se informaba la lista de los muertos, heridos y desaparecidos.

Para esconder la masacre, fueron intervenidas y acalladas las emisoras sindicales mineras de La Voz del Minero, ubicada en Siglo XX, y Radio 21 de diciembre, ubicada en Catavi. Esta cruel masacre nunca fue investigada, sancionada a los responsables, quedando en la impunidad.

LEGISLACIÓN LABORAL

FRANK. I. TAQUICHIRI Y.

Docente Universitario Post Grado

[email protected]