Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 00:10

Equidad e igualdad sindical

Equidad e igualdad sindical

En el marco de los procesos electorales, el Estado boliviano avanzó significativamente respecto a la equidad e igualdad de género. Nuestro régimen electoral establece logros importantes en la participación de la igualdad de género en relación a los derechos y deberes políticos, la alternancia obligatoria, participación paritaria porcentual de hombres y mujeres e hizo que las mujeres tengan una participación e igualdad de oportunidades en la vida política.

Si bien la equidad se refiere a recibir lo que a cada uno le corresponde y la igualdad a que todos hombres y mujeres tenemos derecho a recibir el mismo trato, sin considerar las diferencias, son aspectos esenciales que deben ser tratados y considerados en el orden organizativo sindical; la posibilidad de la igualdad de género y equidad, depende de los trabajadores.

El artículo 51 de la Constitución Política del Estado Plurinacional establece que el Estado respetará los principios sindicales de unidad, democracia sindical, pluralismo político, autosostenimiento, solidaridad e internacionalismo, asimismo respetará la independencia ideológica y organizativa de los sindicatos. Por otro lado, el Convenio 87 de la OIT, en su artículo tercero, prohíbe la injerencia de las autoridades en la organización sindical, consiguientemente, son los propios trabajadores quienes se organizan y determinan su forma de vida sindical. De ahí que es importante reflexionar sobre la equidad e igualdad en razón de género en las organizaciones sindicales; el debate y análisis debe partir de la importancia del aporte de las compañeras mujeres en la vida sindical, que muchas veces se torna compleja por razones de maternidad, de responsabilidades entre el trabajo, el hogar y el estudio en muchos casos; pero, además existen organizaciones sindicales donde la mayoría de las afiliadas son mujeres, contradictoriamente, el principal dirigente suele ser un varón, entonces nos encontramos frente a un nuevo problema: la identidad y solidaridad con el propio género.

Finalmente, en algunos casos, el rechazo de cuotas de participación viene de las propias compañeras, señalando que deben lograrse los espacios por capacidad y liderazgo y no porque sea una dádiva de la norma, como sucede en el sistema electoral político.

FRANK I. TAQUICHIRI Y.

Docente universitario de Postgrado.

[email protected]