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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 16:59

El trabajo infantil

El trabajo infantil

La erradicación del trabajo infantil es una tarea fundamental y un desafío para todos los Estados; debe legislarse íntegramente contra el trabajo infantil, promoviendo frontalmente la lucha contra este mal. El compromiso  no solo corresponde a los gobiernos, sino a la sociedad organizada, sean empleadores o trabajadores, agencias gubernamentales o no gubernamentales, nacionales o internacionales, entidades privadas, organizaciones de base comunitaria, los medios, parlamentarios, las universidades, grupos religiosos y, por supuesto, los niños y sus familias. 

El Convenio 138 de la OIT de 1973, debe ser fortalecido a través de políticas serias que eviten se perpetúe el círculo vicioso de la pobreza, que impide a los niños adquirir las calificaciones y la educación necesarias para asegurarse un futuro mejor. Asimismo, las consecuencias de ese nocivo fenómeno afectan a la economía de un país, se pierde competitividad, productividad e ingresos potenciales. De ahí que debe protegerse a los niños de las garras del trabajo infantil, impartirles una educación y ayudar a sus familias mediante la formación y las oportunidades de empleo. 

Es así que todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico, puede considerarse como trabajo infantil dañino, peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño; interfiere con su escolarización, que en las formas más extremas de trabajo infantil, los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle. También es importante comprender que no todas las tareas realizadas por los niños deben clasificarse como trabajo infantil dañino, por lo general, la participación de los niños o los adolescentes en trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su escolarización, así como las que prestan a sus padres en el hogar, la colaboración en un negocio familiar o las tareas que realizan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero de bolsillo, constituyen actividades provechosas para el desarrollo de los pequeños y el bienestar de la familia. Estos hábitos de trabajo, proporcionan a los niños cualificación y experiencia, ayudando a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta.