Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Sistema de salud, en peligro

Sistema de salud, en peligro

En el último tiempo, producto especialmente de la pandemia, se ha desnudado la fragilidad del sistema de salud en nuestro país. Cabe recordar que incrementar el presupuesto para salud es una antigua exigencia de los médicos, algo que nunca fue atendido por los gobiernos de turno. Pese a la aprobación del 10% en el presupuesto general por este gobierno, parece abierto un frente de batalla con el sector más importante en estos momentos de incertidumbre por la segunda ola del COVID-19. Para no ir muy atrás, el 2012 se proyectaron cumbres de salud departamentales y una nacional, dos con participación técnica y paradójicamente la tercera fracasó porque la presencia de los movimientos sociales afines al oficialismo fue superior a la de los técnicos. El 2016 se llegó a un acuerdo de representación paritaria en las cumbres, pero el mismo fue incumplido por el Ejecutivo; el hacerse de la rectoría del sector por parte del MAS tenía como objetivo obligar a los profesionales a trabajar en condiciones insostenibles, sin la capacidad ni la infraestructura, ni los recursos humanos, ni el equipamiento requerido. La cumbre convocada en el 2018 tenía un 80% de masistas participantes y el restante 20% de organizaciones sociales y profesionales, un absurdo por donde se mire, pero así se ha manejado la política de salud en Bolivia.

En la semana anterior, nuestra población que demanda servicios públicos de salud, ha vuelto a sentir la zozobra de nuevas movilizaciones y paros de las y los trabajadores del sector; la aprobación de la Ley de Emergencia Sanitaria disipa por ahora gran parte de la amenaza; lastimosamente, vuelve a quedar latente la intención de emplear el tema con fines políticos. El acuerdo entre el gobierno y el Colegio Médico de Bolivia evitó que se produzca un paro nacional anunciado días antes por tres puntos en discordia: la prohibición de paros y otras manifestaciones en épocas de emergencia sanitaria; la contratación de médicos graduados en el extranjero y la regulación de precios de medicamentos e insumos médicos.

La dirigencia de los colegios médicos de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, desconocieron el acuerdo con el anuncio de que no depondrán su estado de emergencia mientras siga produciendo rédito político para algunos dirigentes, como el candidato a alcalde de La Paz y presidente del Colegio Médico paceño. En Santa Cruz, los médicos pretenden realizar un paro de 48 horas esta semana, ya no contra la ley aprobada, sino en demanda de una cuarentena rígida que reduzca la morbilidad y mortandad entre el personal de salud, algo rechazado insistentemente.

Un personal médico con excesivas carencias, sin salarios y condiciones de trabajo mínimamente dignas, hacen que en nuestro país sea particularmente duro el oficio de la medicina, únicamente recompensado por la gratitud de quienes reciben algún tratamiento exitoso. Si antes los pacientes debían esperar hasta un mes para ser atendidos por una especialidad, nos imaginamos cómo debe ser ahora debido a la saturación de los centros de salud por la pandemia.

El país se muestra claramente desbordado debido a la pandemia no solo en salud, sino también en el económico y social, lo cual justifica las protestas de médicos y personal de salud, pero es inaceptable que estas terminen sirviendo a dirigentes o al gobierno para imponer políticas erráticas. La sola amenaza de suspender servicios de salud en el sector público, retoma el debate sobre quién vulnera el derecho humano a la salud, es el sector salud o el gobierno quién impide el cumplimiento de esta obligación constitucional. No es nada nuevo conocer que en lo que menos se invierte es en salud, cuya proyección tiene más implicancias políticas que técnicas; el plan de salud debe tener más bases materiales, presupuesto como política de Estado y no como una simple dádiva del Ejecutivo.

TIBURÓN

FERNANDO BERRÍOS

Politólogo

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