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Respeto a los resultados electorales

Respeto a los resultados electorales
En octubre del 2003, desde esta misma columna, luego de la asunción de Carlos D. Mesa al máximo cargo público con serios rumores de ser producto de una conspiración con el objetivo de implementar en el país un Estado de corte socialista, alertaba de los peligros del Presidente, riesgos eminentes que determinaron a la larga que el nuevo gobierno termine siendo prisionero de un “pacto” contraído con sectores de organizaciones sociales, quienes se aprovecharon de la sensibilidad social del Presidente, que al final logró convertirse en su talón de Aquiles.
En aquella época la actitud radical de Jaime Solares, máximo ejecutivo de la COB; Felipe Quispe que daba plazos fatales y el permanente cuestionamiento de sectores radicales, parecían encaminar a la imposición de simpatías populares para aplicar, fuerza de por medio, una peligrosa inestabilidad que a simple vista desde adentro del gobierno y en opinión de algunos sectores de la prensa afines, parecía un descontento popular reversible.
En el octubre de hoy, con el mismo guion violento, Luis Arce siembra dudas sobre el Tribunal Electoral; Andrónico Rodríguez amenaza con tomar el poder en las calles y el dirigente minero Gutiérrez llama a la convulsión en caso de que los resultados electorales no sean los que espera el MAS. Algún parecido con la realidad tiene que ser producto de nuestra imaginación.
Hace mucho tiempo que la amenaza de utilizar la fuerza parece haberse institucionalizado al interior de muchos sectores, esto con el único objetivo de imponer sus demandas y, lo que es más peligros todavía, es que ahora pretende abarcar a todo el sistema democrático, amenazando desconocer resultados electorales adversos. Será que Carlos D. Mesa imaginó pasar el vía crucis por segunda vez, por el mismo pecado y los mismos verdugos. No tiene la oportunidad de demostrar su capacidad de gobierno y ya debe elaborar un plan de concertación y paz, que le permita tener oxígeno en el mandato y le genere condiciones de gobernabilidad.
La democracia es el mejor sistema de vida y las elecciones son una fiesta democrática, reparte a cada quien lo que le corresponde y solo por encargo del soberano, si votas, eliges, así de simple. No somos invitados de honor a esta fiesta, somos los dueños de la misma, queremos que los resultados se respeten, sean los que fueren, para bien o para mal. Nunca más aquello de “voto pero no elijo”, nunca más mi voto negociado o ignorado, nuestras aspiraciones a mejores condiciones se reflejan en los resultados electorales. La democracia se sostiene en la alternabilidad, en la capacidad de las mayorías pero con respeto a las minorías, en la independencia de poderes y en saber vivir, pero para convivir.

FERNANDO BERRÍOS
Politólogo
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