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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Lo que los políticos no tienen

Lo que los políticos no tienen

El 6 de marzo de 2005, Carlos Mesa decía: “He decidido presentar al país, presentar a la consideración del país, a la consideración de ustedes ciudadanas y ciudadanos de Bolivia, como me manda la Constitución mediante el Congreso Nacional, mi renuncia al cargo de Presidente Constitucional de Bolivia”. Para después retirar su dimisión luego de acuerdos políticos en el Congreso de la República.

En 7 de junio de 2005 volvía a decir: “Mi decisión es presentar mi renuncia al cargo de presidente de la República, una renuncia que tiene un solo objetivo: que la sociedad boliviana tome conciencia de que el desprendimiento tiene que ser genuino, que el cálculo personal tiene que quedar de lado y que la solución de nuestros problemas tiene que basarse en el mejor interés de todos".  A la que calificó como un «acto de valentía» y que su decisión respondió a una «responsabilidad ética».

El 10 de noviembre del año pasado Evo Morales renunciaba a la presidencia argumentando ser víctima de un golpe de Estado cívico, político y policial, sin considerar su alejamiento como factor para desbloquear la crisis política. Peor aun cuando para todos no fue suficiente convocar a nuevas elecciones tras las irregularidades detectadas por la OEA  

El pasado 4 de mayo, el alcalde José María Leyes presentó su renuncia al cargo, indicando que su gestión concluyó el 31 de mayo porque "no cree en la prórroga", señalando además que fue víctima de amenazas en caso de no alejarse del cargo, así como sus hijos y esposa. Argumentando después que “no es momento que se vaya” y que debe trabajar por la ciudad en este tiempo de pandemia.

Cuando al Rey Salomón, Díos le dijo que le concedería lo que le pidiera, éste le solicitó sabiduría y discernimiento entre el bien y el mal. (Reyes 3,5 -3,9)

Deberíamos preguntarnos con honestidad, si a nosotros nos tocaría, ¿qué pediríamos? Salud, trabajo, mucho dinero, etc., que no están mal, pero en el excelente camino señalado por Salomón, solo habríamos de pedir saber juzgar y distinguir entre el bien y el mal, dado que el discernimiento es fundamental en este mundo despersonalizado y carente de orden moral, fundamentalmente porque nos hemos acostumbrado a vivir sometidos a una dictadura del relativismo, todo es circunstancial. Es corriente que cada persona tenga una moral particular en lo que lo bueno y lo malo depende de una visión objetiva propia y de lo que me resulta útil o funcional, la norma parece ser que soy correcto mientras mis intereses no sean tocados.

Nuestra ética moral debe ser correspondiente a la ética política y la de sus actores, como una comprensión profunda “del saber hacer”, un camino honesto que conduzca al éxito y la felicidad. Sin embargo, vale más la prebenda, la mentira, el atropello, la corrupción y la mentada viveza criolla, dejando como enseñanza en la población que todo es posible, aún por la fuerza y la violencia. 

Se ha instalada en el imaginario político y ciudadano, que no importan los caminos sino el resultado final, hemos descartado la convivencia pacífica y el respeto mutuo; qué lejos están los valores humanos y ni qué decir de los valores democráticos, no somos capaces de generar caminos rectos ni actuar con prudencia, los actores políticos nos han demostrado cómo destruir los cimientos sociales y en estos momentos particulares no son capaces de trabajar unidos por el bien común y peor aún, en rescatar el sistema de partidos para representarnos dignamente.

Es tiempo de atacar la raíz y no los síntomas, exigir jerarquía y ética política, trabajar en restablecer los valores humanos y buscar sabiduría como herramienta privilegiada para ordenar nuestra vida y atacar la causa de nuestros problemas. Serán capaces los políticos de darse cuenta que están faltos de sabiduría y discernimiento. Ojalá, así intentaremos tener, primero, mejores personas y, luego, mejores actores políticos.

FERNANDO BERRÍOS A.

Politólogo 

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