Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Los nuevos políticos

Los nuevos políticos

Son tiempos difíciles para los soñadores y peor en estos tiempos políticos. Son tiempos difíciles para los políticos y, claro, casi ninguno de los políticos se creen soñadores, pero hacer política es perseguir un ideal y plasmarlo, en la mayoría de los casos, es una persecución inalcanzable; perseguir sin alcanzar tiene mucho de soñar.

Se suponen tiempos difíciles para los políticos porque están muy poco valorados, nadie sobresale o expone talento, a cambio son los más favorecidos, los mejor ubicados en el rango laboral. No precisan experiencia ni antigüedad en la materia, mucho menos especialidad alguna, ni hablar de un posgrado; casi el 62% no es elegido directamente ni pasa por el filtro del pueblo, o sea que ni a la entrevista de trabajo asisten. Eso sí, buscar solamente popularidad como único fin puede conducir a la política insignificante y superficial.

Siete millones y un poco más de habitantes están inscritos en el padrón electoral, de allí votamos el 85% para elegir a 166 asambleístas, presidente y vicepresidente. Estos deben administrar el Estado a nombre de los casi 11 millones de ciudadanos que somos, lo que desnaturaliza la representación; los elegidos son el 0,0015% del total de bolivianos, con una media nacional de 78 mil connacionales representados por cada uno de los diputados y senadores. De tantos que somos, deberíamos tener mejores opciones para elegir mejor.

Estamos a punto de iniciar una nueva gestión, está en juego si retornamos al pasado o rescatamos la soberanía del pueblo como principio fundamental para evitar un suicidio político. Los movimientos sociales alrededor no pueden ser una traba para el desarrollo nacional como tampoco para el MAS como partido político.

Para poder triunfar en las recientes elecciones, no estuvieron los intelectuales mediocres de clase media que alejaron al proyecto masista de su verdadera esencia, aquel grupo trivial y peligroso que apostaron primero por sus deseos y sus aspiraciones personales, esos que convencieron al anterior presidente de que era imprescindible y de que quedarse en el poder era legítimo. Entonces, es de esperar que el discurso y la acción sean conciliadoras para buscar el encuentro de los bolivianos, que no vuelvan esos intelectuales que se habían convertido en la clase gobernante que controlaba al Estado. La exigencia de mayor participación política de los olvidados y la sociedad en general fue la bandera del activismo masista, el nuevo gobernante no puede rehusarse a escuchar los pedidos del pueblo y desconocer la soberanía popular que antes tanto promovía. La solidez del triunfo electoral alienta la esperanza inclusiva y nunca más separatista; las pititas deben ser una lección, no una amenaza. Si me engañas una vez es tu culpa, pero si me engañas dos veces será mi culpa.

FORO

FERNANDO BERRÍOS

Politólogo

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