Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La nueva economía de Arce

La nueva economía de Arce

“Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos”. (Abraham Lincoln)

La pregunta antes de las elecciones presidenciales era si Luis Arce ocuparía el primer lugar o si habría de llegar al 50% de las preferencias para evitar la segunda vuelta. Pero como todos sabemos, el resultado fue una victoria amplia. Todo jugó a su favor, la división de la oposición centro derechista y la ultra derecha apoyó la candidatura del líder de las pititas. Una oposición dividida que menosprecio la capacidad organizativa del MAS.

El mayor factor de desgaste del gobierno de Evo fue, sin duda, el clima de corrupción que lo envolvía, lastimosamente poco hizo la presidenta Áñez por mostrar otra forma y sumió a su gobierno en la comisión de pecados similares e incluso mayores por cómo se veía a la nueva administración. Además, la pandemia del COVID-19 hundió a Bolivia en una recesión y al gobierno de transición en un mayor descrédito. Del otro lado, está claro que Arce, sin ser un líder en el sentido tradicional sin una personalidad carismática, representa renovación en el MAS. Para ganar la elección utilizó el mensaje del retorno al crecimiento y la recuperación del trabajo, en un tono mediador y no totalitario.

Arce puede afirmar el pasado éxito de Bolivia, con una tasa de crecimiento superior al 4% anual, basada en el aprovechamiento estratégico del petróleo y el gas -cuyas ventas significaron el principal ingreso de exportación del país- el desarrollo de los recursos naturales en materia agrícola y minera, atrayendo incluso a productores extranjeros mediante un sistema económico estable y de baja carga impositiva. Esta composición de éxito productivo, con sólida base exportadora y políticas de inclusión social, posibilitó acumular fuertes superávit en periodos de mayores precios; aseguró también estabilidad macroeconómica y buen clima social, lastimosamente mucha de la demasía fue despilfarrada o mal utilizada, no se invirtieron en dos pilares fundamentales, salud y educación. La factura ahora la tiene que pagar el propio Arce.   

La derecha esperaba despedir al MAS, aprovechando el rechazo ciudadano a la corrupción y el totalitarismo encarnado en Evo, pero la ascensión de Arce señala de algún modo el deseo colectivo de la alternancia, que aún dentro de la continuidad del MAS exista un cambio de actores con voz propia. Otra demostración contra el totalitarismo es que el MAS no tiene el control del Congreso, es decir, gobernabilidad razonable pero acompañada de la necesidad de acuerdos y participación de la oposición; el diálogo obligado y el consenso deben ser naturalmente un cambio político respecto del pasado.

El éxito del nuevo gobierno dependerá de la proyección de la economía boliviana al futuro, pandemia de por medio. Si bien todavía hay excedente de los hidrocarburos, de la agricultura y la búsqueda de nuevos recursos, ya nada será tan sencillo. Con solo ese impulso, el crecimiento parece no ser el mismo. Arce se propone ahora promover nuevos desarrollos industriales, así como nuevas alternativas comerciales, acercamientos con China y Rusia, también se plantea completar el despliegue de la producción de litio. ¿Le bastará aquello y le alcanzará el tiempo? Nada fácil el desafío que debe enfrentar Arce, mostrarse como una personalidad independiente, sin la sombra de Morales, evitando los climas de corrupción, totalitarismo y personalismo que desgastaron al antiguo líder, frente a la derecha que como siempre estará pendiente de una nueva oportunidad.

Se ha dicho que los gobiernos que sufren la pandemia y no logran resultados, sufren un castigo electoral, si administran con éxito la parte sanitaria pueden en cambio lograr triunfos rotundos. ¿Serán así en las subnacionales? porque el gobierno hasta ahora solo bonos y un remedio casero, ¡aguanten!

TIBURÓN

FERNANDO BERRÍOS

Politólogo

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