Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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La resistencia es también ambiental

La resistencia es también ambiental

A propósito de la depauperación de la situación ambiental bajo el Gobierno actual, hago notar que con el rechazo al fraude en los comicios de este octubre 2019 también defendemos la naturaleza y el medio ambiente. Resistirse a la continuidad de este Gobierno es cobijar la esperanza de que todavía podemos proteger lo que queda de la riqueza natural del país y de ponerle freno a su destrucción sistemática.

Estar en contra de que Evo Morales y el masismo se perpetúen en el poder es oponerse a la degradación paulatina de la patria, del patrimonio de la presente y futuras generaciones. Es no darle cabida a la certitud de que nuestros hijos sufrirán, pero de manera recrudecida, las consecuencias del cambio climático global.

La carencia de una visión amplia en contra del modelo extractivista implantado por el MAS, ha sido una constante en la lucha por la naturaleza y el medioambiente en nuestro país. Esa visión solo abarca las consecuencias de los deseos enfermizos del humano por dominarlo y transformarlo todo. No hemos podido transgredir la barrera construida con sus necesidades desmedidas. Es hora de eliminar nuestras limitaciones en esa lucha.

Los ataques de miembros de este Gobierno a ambientalistas, ecologistas y científicos, además del engaño al mismo pueblo, se han efectivizado a través de burlas públicas, mentiras, falseo y distorsión de información ambiental y evaluaciones de impacto de sus megaproyectos, o simplemente a través de oscuros tratados con sectores que buscan empacharse aún más con la riqueza natural del país. Ya no podemos permitir que esto siga ocurriendo.

En el caso de la Amazonía boliviana, la deforestación, megarepresas, extracción de oro e introducción de transgénicos y agrotóxicos, diezman la biodiversidad desestabilizando una trampa de carbono por excelencia, destruyendo uno de los mejores bastiones en nuestra lucha contra el cambio climático. Esos mismos problemas ambientales no son extraños a otros ecosistemas del país y todos los estudios que hemos ido citando en columnas anteriores muestran que tales problemas se han intensificado y recrudecido en los últimos 14 años de gobierno del MAS.

Los incendios de la Chiquitanía, con todo el dolor y muerte que han significado, son apenas una pequeña muestra de lo que puede venirse sobre los hombros de generaciones futuras en los siguientes años de este Gobierno desleal con su patria. El permanente asedio de simpatizantes masistas a la ciudad de Cochabamba con la recurrente quema del Parque Nacional Tunari y nuestro desatino para encontrar una solución real y definitiva, demuestra que ellos no cederán en su mentalidad de devastación, pero también que nosotros no estamos ni medianamente preparados para hacerle frente al proceso de implantación de esa mentalidad.

Es esta entonces, hasta por un mero instinto de supervivencia, nuestra oportunidad de producir un cambio real y de exigirle a quien suceda a esta dictadura antinatural a implantar una forma más feraz para nuestra especie, pero siempre garantizando la mantención del entorno en un estado de integridad y normal funcionamiento. ¡La naturaleza nos lo dicta, la patria nos lo demanda y nuestros hijos nos lo reclaman!