Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 07:12

Desinformación

Desinformación

Desde que el Gobierno confirmara la presencia en el país del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la neumonía COVID-19, se vio una serie de actitudes de parte de la población que contradicen recomendaciones internacionales. En redes sociales se atribuyeron tales actitudes a la ignorancia de la gente, pero también debemos considerar la actitud que ha tenido el mismo Gobierno que en un principio tomó muy pocas precauciones y trató la situación con un desdén completamente reprochable.

Mientras Asia y Europa afrontaban el caos, aquí por semanas enteras no había controles estrictos en aeropuertos ni terminales. La información dada al público se resumía a entrevistas de ministros y algún trabajador en salud, ninguno un científico que explique el caso a detalle. Así, la información no confirmada de las redes sociales copó la psique colectiva.

Se generaron una serie de mitos que derivaron incluso en el rechazo de posibles portadores en centros hospitalarios. Entre mis familiares, vecinos y colegas, todavía existe un mito alrededor del modo de transmisión del virus, los síntomas de la enfermedad y sus consecuencias. En el barrio hay personas que creen que la COVID-19 es una mentira y no toman precauciones. Hay otras que han decidido acaparar productos por si se viene algo impredecible. Otros están muy conscientes de lo que pasa e incluso trabajan en el sector salud, pero organizan reuniones sociales en las que participan personas que estuvieron en Oruro en el último mes.

La misma Presidenta, acatarrada, sale sin barbijo y estornuda en conferencias de prensa, dando la impresión que la etiqueta presidencial está por encima de los protocolos internacionales de salud. Si ella es capaz de rebasar protocolos, mis vecinos no ven por qué dejar sus costumbres, aun a costa de su propia vida y la de sus familias.  Por otro lado, una candidata a senadora sostuvo que ya nos contagiamos y curamos (¡!) de la COVID-19 en los pasados carnavales y que la actual preocupación del Gobierno es por evitar la interpelación de ministros en el legislativo. Lo que es más, el anfitrión de un programa de televisión leyó un texto de internet en el que se decía que los bolivianos tenemos una “resistencia natural” y que “los virus en Bolivia mutan”, librándonos de enfermedades tales como la COVID-19.

La continuidad que los medios dan al esoterismo propio de nuestra sociedad, que poco repara en ciencia y deja casi todo a la magia de las hierbas y a la voluntad de un ser superior, profundizan la desinformación del público y relegan todo a un plano subjetivo del cual es difícil sacar al ciudadano promedio con cualquier programa educativo/informativo.

En este sentido, resalta la falta de científicos nacionales que desde la biología, bioquímica e investigación médica nos den una mirada objetiva a medida que el SARS-CoV-2 copa nuestro territorio; hasta ahora solo hemos seguido lo que nos han dicho desde afuera. Pero llegar a ese estado de independencia es difícil cuando los mismos médicos no han recibido siquiera capacitación sobre la neumonía, tal como denunciaran ellos mismos. La disponibilidad de infraestructura, personal e insumos es otra historia. Repito una vez más: el Gobierno debe invertir no solo en salud, sino también en ciencia.