Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Ambiente y plurinacionalidad

Ambiente y plurinacionalidad

Nos jactamos de ser un estado plurinacional con una gran diversidad humana, pero ¿Qué ha significado esa diversidad en el contexto del medio ambiente en el país? ¿Qué hay en nuestro pasado que podamos rescatar como base y fundamento de lo que ocurre hoy y de lo que ocurrirá mañana? En otras palabras, ¿alguna de las culturas que componen esa plurinacionalidad nos ha dado el ejemplo de un desarrollo perdurable y amigable con el planeta o por lo menos con el territorio nacional?

Por la ciencia, conocemos sobre el colapso de muchas especies, propiciado por el hombre prehistórico en nuestro territorio. Tenemos como ejemplo la desaparición del caballo sudamericano y de otras especies de megafauna (animales grandes). Conocemos sobre la imposibilidad que tuvo Tiwanaku de hacerle frente al cambio climático cerca del año 1200 d.C. y sabemos de las atrocidades ambientales que los Incas cometieron en varias regiones, incluso en Cochabamba, modificando drásticamente el paisaje y comenzando el proceso de desertificación del valle a través del drenaje, tala y agricultura intensiva.

Existe gran cantidad de información, principalmente arqueológica, sobre otras culturas antiguas que se han desarrollado en nuestro territorio, pero la falta de un análisis ecológico del efecto del desarrollo de esas culturas sobre la naturaleza es evidente. Por tanto, carecemos de datos sobre otros modelos de desarrollo alternativos al nuestro y no estamos haciendo nada en términos de fomento al rescate de esa información pasada.

Actualmente, mucho se pondera el aprovechamiento de productos del bosque y la obtención de medicina, vestimenta y otros a partir de fuentes naturales por parte de indígenas que viven especialmente en las tierras bajas del país. Pero esos grupos son pequeños y nos es imposible traducir, por ahora, su modo de vida a la realidad de nuestras superpoblaciones en constante crecimiento. 

De hecho, Bolivia tiene la tasa de crecimiento más alta de Sudamérica y su población se habrá incrementado en más de 1.5 MM de personas para el 2030. Los grupos indígenas se occidentalizan cada vez más y sus conocimientos se pierden en un contexto de ausencia de investigación científica formal en el país, reduciendo cualquier posibilidad de uso de tales conocimientos.

A través de catástrofes ambientales tales como incendios, sequías, inundaciones y contaminación, vamos cayendo en cuenta sobre la influencia negativa que hemos tenido en la naturaleza. Pero la notoria inhabilidad de analizar nuestra historia ambiental nos significa un impedimento colosal en la planificación de nuestro futuro, al punto que otros aspectos culturales (el rédito monetario o el beneficio individual, por ejemplo) priman más que la seguridad de nuestra especie en un entorno que nos rechaza cada vez con mayor vehemencia. 

En este sentido, las propuestas de desarrollo que ya exponen algunos posibles candidatos presidenciales carecen de un fundamento histórico que represente intenciones viables de perdurabilidad futura del pueblo boliviano y están claramente influenciadas por el neoextractivismo. 

Está en nuestras manos cambiar la apatía por la historia ecológica del país, exigiendo el fortalecimiento del tema medioambiental y de investigación en las agendas políticas.