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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Un atentado contra el Tunari

Un atentado contra el Tunari

El Parque Nacional Tunari fue víctima, nuevamente, de un crimen, que está vez quemó pinos, quewiñas y eucaliptos, además de pastizales y lo más probable es que mató animales propios de esta reserva natural.

Lo que sucedió en las últimas 36 horas provocó la solidaridad de muchas personas particulares e instituciones, pero también la indignación colectiva, porque, al parecer, hay intereses mezquinos de gente que quiere que el Tunari se queme para después lotearlo.

El peor incendio que ocurrió este año se inició al promediar las 14:00 horas de este domingo, y lo que había comenzado como una hilera de humo en la parte boscosa, rápidamente fue devorando hectáreas de árboles.

Tras la primera alerta, bomberos voluntarios, equipados con herramientas y mochilas de agua, llegaron hasta el lugar del incendio para trabajar arduamente, pero sus esfuerzos fueron infructuosos en las primeras horas. Hasta bien entrada la noche el fuego seguía consumiendo árboles añejos.

Ni la vigilancia del Parque Tunari por parte de un grupo de conscriptos, que son pocos por cierto, logró prevenir los incendios intencionados, lo cual se hace patente con este último siniestro. Eso es entendible porque esta reserva forestal tiene más de 320 mil hectáreas y 100 soldados (50 por turno) son insuficientes para cuidarla.

La  autoridades tendrán que investigar hasta dar con los autores de este atentado contra Cochabamba y el país, procesarlos y, en caso se ser hallados culpables, sentenciarlos con las máximas penas de cárcel.

Consideramos que solo escarmentando a estos delincuentes se podrá frenar los constantes incendios que se provocan en el Tunari. Si no se lo hace, lo más probable es que estos criminales de la naturaleza sigan cometiendo delitos con la mayor impunidad, a la sombra de los árboles y aprovechando la gran extensión de esta reserva.

Asimismo, se tendrá que trabajar con los comunarios que viven en el Parque Tunari y con las personas que visitan esta reserva natural. A los primeros se les tendrá que enseñar alternativas a los chaqueos, de modo que se disminuya el riesgo de incendio por este motivo.

Y los que llegan hasta el Tunari para pasear deben estar conscientes de que no pueden prender fuego, porque basta una chispa para que se origine un incendio de proporciones.

En los últimos años, se observa que mientras los voluntarios arriesgan su integridad física para sofocar las llamas, algunos inescrupulosos prenden fuego en otro lugar de la reserva natural, sin tomar plena conciencia de que este acción mata plantas y animales, contamina el medioambiente y pone en riesgo la vida de los bomberos.

Después de este incendio de magnitud, las autoridades de las diferentes instituciones tendrán que sentarse a la mesa para definir las acciones que se realizarán para cuidar el Tunari. No es posible que esta reserva natural se siga perdiendo y nosotros nos quedemos con los brazos cruzados, sin hacer nada o con soluciones a medias.

Entre abril y mediados de septiembre de este año, en el Tunari se registraron al menos una treintena de incendios que, sin contar con el último, habían afectado unas 400 hectáreas de bosques y pastizales.

Por todos estos antecedentes, la justicia tendrá que actuar sin contemplaciones,  para castigar a los delincuentes y cuidar el bien mayor, el único pulmón que le queda al eje metropolitano de Cochabamba.