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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Los cinco transgénicos de la discordia

Los cinco transgénicos de la discordia

El 7 de mayo marca un antes y un después en el tema de los transgénicos en el país. El Gobierno transitorio de Jeaninne Áñez aprobó el Decreto Supremo Nro. 4232 que abrevia los procedimientos para la evaluación de productos transgénicos destinados para el consumo humano y la exportación. 

Con esa polémica y cuestionada normativa, las autoridades autorizan al Comité Nacional de Bioseguridad abreviar los pasos para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados. Uno de los argumentos para que entre en vigencia esa norma, según versiones gubernamentales, es garantizar la soberanía alimentaria para los más de 11 millones de bolivianos.

Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas.

Todo indica que el decreto no fue consensuado y tampoco se tomó en cuenta los planteamientos que tienen varias organizaciones que defienden la agricultura ecológica y rechazan los transgénicos.

Es claro que existen varios estudios que demuestran lo bueno y malo que traerá consigo los transgénicos, es por eso que lo más saludable, sin lugar a dudas, hubiese sido que las autoridades gubernamentales convoquen a una gran discusión con los estudiosos del tema antes de aprobar una normativa que ahora se está convirtiendo en un nuevo frente de conflicto para la Presidenta.

Las versiones de apoyo y rechazo no se han dejado esperar. Tras conocerse el decreto, el Movimiento Agroecológico Boliviano (MAB), conformado por 38 instituciones, colectivos y organizaciones de productores, rechazaron la normativa, porque consideran que para garantizar la soberanía alimentaria en Bolivia se debe fortalecer la producción campesina, indígena, agroecológica, que es la que verdaderamente abastece al mercado interno con los alimentos. En las últimas horas, la Defensoría del Pueblo también se pronunció en contra del decreto y del ingreso de transgénicos al país.

En el otro frente están los grandes productores y empresarios de la soya, algodón, maíz, trigo y azúcar, principalmente del oriente boliviano, quienes respaldan plenamente la decisión del Gobierno. 

Lo cierto y claro es que el DS 4232 vulnera lo que señala el artículo 24 de la Ley de la Madre Tierra que determina “desarrollar acciones de protección del patrimonio genético de la agrobiodiversidad” y prohíbe “la introducción, producción, uso, liberación al medio y comercialización de semillas genéticamente modificadas en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, de las que Bolivia es centro de origen o diversidad y de aquellas que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana”.

Según la ONG Productividad Biósfera Medio Ambiente (Probioma), existen al menos 10 razones para oponerse al ingreso de los transgénicos al país: viola las normas vigentes que van desde la Ley de la Madre Tierra. Entre ellas están que pone en riesgo la seguridad alimentaria, porque se tendría que importar algunas semillas e insumos. También amenazaría el patrimonio genético del país y generaría dependencia de semillas e insumos de los proveedores de grandes empresas trasnacionales.

Por su lado, están los defensores de los transgénicos que consideran que tiene una infinidad de beneficios, principalmente económicos, porque mejoraría considerablemente la productividad y, por consiguiente, habría mejores ingresos para el que trabaja la tierra y para el Estado, en impuestos y arbitrios. También permitiría ampliar la frontera agrícola, diversificar los cultivos, utilizar menos insecticidas y, por lo tanto, ayudaría conservar y preservar el medioambiente.

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