Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 10:20

Trabajemos para la reconciliación

Trabajemos para la reconciliación

Después de poco más de un mes de conflictos sociales, con movilizaciones violentas, las actividades se normalizan poco a poco en el departamento y en el país. La mayor parte de los bloqueos se ha levantado y los que aún quedan están siendo retirados.

Tras más de cuatro semanas de conflicto, que se desató después de la realización de las elecciones generales del 20 de octubre, el ciudadano de a pie pide que todas las movilizaciones cesen y se pueda retornar al trabajo, porque se necesita recuperar el tiempo perdido, que no es poco, y volver a dinamizar la economía, en los diferentes rubros.

Durante los días de bloqueo, moros y cristianos sufrieron pérdidas económicas, a tal extremo que algunas empresas advirtieron con declararse en quiebra o despedir a parte de sus trabajadores.

Ahora que aparentemente todo vuelve a su cauce normal, recuperar el tiempo y dinero perdidos será complicado, pero cada uno tendrá que poner su máximo empeño para lograr este cometido.

Los bloqueos que persistieron por semanas en las calles de las ciudades y en las carreteras interdepartamentales causaron zozobra a parte de la población, por la guerra psicológica de la cual se valían algunos grupos que usaban las redes sociales para difundir videos fuera de contexto.

Pero, al margen de la economía, una asignatura pendiente es la de curar las heridas emocionales que se profundizaron durante estas semanas de conflicto.

Grupos enfrentados, en diferentes lugares de las ciudades, con los ánimos exacerbados, se acusaron mutuamente de terroristas, vandálicos, racistas y cuanto epíteto pudieron encontrar en su léxico, sin tomar en cuenta que vivimos en una misma ciudad y, de hecho, tenemos orígenes similares.

Es importante desbloquear las carreteras, pero lo es más dejar de lado los resentimientos que aún están presentes, sin causa aparente, en la sociedad.

Es tiempo de pacificar la ciudad y el país, extender la mano al que se considera contrincante, a quien se odia sin conocer, y solo se lo agrede porque piensa diferente.

Lo más saludable será dejar en el pasado las heridas causadas en los enfrentamientos, hacer una evaluación y trabajar para que no vuelva a suceder en los años venideros.

En las pasadas semanas hemos aprendido una dura lección, que el resentimiento y el odio hacia el otro derivan en una consecuencia, personas heridas y, en el peor de los casos, fallecidas. No deberíamos permitir que eso vuelva a suceder, porque al fin y al cabo todos pierden, nadie gana.