Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 17:42

Prevención contra los desastres naturales

Prevención contra los desastres naturales

Es inevitable. El ser humano se encuentra a merced de las inclemencias del tiempo. Heladas, sequía, inundaciones, granizo y huracanes causan estragos, sin que haya fuerza humana que pueda evitar que sucedan cada año.

En Bolivia, las inundaciones, la sequía y las heladas son fenómenos climatológicos que ponen en jaque a la población, especialmente a los agricultores, quienes reportan cada año la pérdida parcial de sus cultivos o de la totalidad de su futura cosecha.

En lo que va de esta gestión, un último informe señala que las heladas afectaron a por lo menos 10 mil familias en Cochabamba, con daños en cultivos de papa, oca y papalisa.

En La Paz, la sequía y las heladas causaron la pérdida del 90% de la producción agrícola en varias comunidades del altiplano, a tal extremo que sus pobladores no descartan migrar a las urbes, donde pasarán a formar parte de los cinturones de pobreza.

Y si bien es difícil evitar los desastres naturales, lo que sí se puede hacer es aminorar sus consecuencias, es decir, prepararse para que los efectos de las inundaciones, sequías y heladas sean mínimos.

Como ejemplo, un productor de uva que perdía gran parte de su producción cuando caía granizo encontró una solución a este problema, aunque un poco costosa, con la instalación de una malla “especial” sobre su viñedo.

Empero, no todos los agricultores están en la posibilidad ni tienen los suficientes conocimientos para encarar una tarea que en principio parece compleja. Y es ahí donde deben intervenir entidades estatales e incluso empresas privadas, para apoyar a quienes cumplen la tarea de sembrar alimentos.

En la última década se ha pagado, como parte del Seguro Agrario, millones de bolivianos a miles de agricultores que fueron afectados por los desastres naturales, con el objetivo de ayudar a que estas familias que pierden parte o la totalidad de sus cosechas puedan salir adelante.

Pero, más allá de compensar a las familias perjudicadas, es importante trabajar en las medidas de prevención, es decir, realizar trabajos de infraestructura destinados a aminorar los efectos de los desastres naturales.

Por ejemplo, si el desborde de los ríos es un problema recurrente, se tendrá que, como mínimo, liberar de basura los cauces (mejor si no se arrojan desechos) y sacar la tierra o lama que se va acumulando.

Para aminorar los efectos de la sequía, lo más práctico es construir represas con el fin de acumular agua en la época de lluvias (y así evitar inundaciones) y dotar de agua a los agricultores en la temporada de estiaje.

No se necesita tecnología avanzada para evitar las consecuencias más fuertes de los fenómenos climatológicos, sino planificar con anticipación medidas preventivas y, lo más importante, dejar de seguir contaminando el medioambiente.