Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la región sudamericana atraviesa un nuevo repunte del dengue. La infestación de las últimas semanas en países como Bolivia, Paraguay, Colombia y Brasil es un indicador de que las medidas preventivas no están surtiendo el efecto esperado.

En 2019, en Bolivia se detectaron 7.259 casos y 23 fallecidos. Ahora, en las dos primeras semanas de enero, ya se han contabilizado casi 400 seropositivos y tres decesos por complicaciones. 

La OMS recuerda  que no hay un tratamiento específico para el dengue                  —causado por la picadura del mosquito Aedes Aegypti—, pero la detección oportuna y el acceso a la asistencia médica adecuada disminuyen las tasas de mortalidad por debajo del 1%. 

Por eso, como sostiene el protocolo emanado de la OPS para detener el avance de la enfermedad en la región, es importante trabajar desde la prevención, controlando la población vectorial mediante el saneamiento básico ambiental, fortaleciendo el apego a los protocolos de atención clínica y laboratorios, reforzando el sistema de vigilancia epidemiológica y estableciendo una estrategia de comunicación efectiva y constante.

Para lograr un impacto mayor y mejores resultados, la lucha contra el dengue debe ser integral, con campañas y jornadas de limpiezas permanentes durante todo el año, que impliquen la participación de varias instituciones y el compromiso de los bolivianos.

En este contexto, es necesario que el Ministerio de Salud, a través de los servicios departamentales de salud, fortalezca las competencias médicas, no tanto en los hospitales sino en los centros de primer nivel, para que haya una identificación temprana de los síntomas del mal y así evitar complicaciones en la recuperación de los pacientes.

En caso de que en los próximos días aumente el número de casos de personas afectadas con dengue en Cochabamba, amerita que el Gobierno apruebe la declaratoria de emergencia departamental, lo que permitirá gestionar más recursos económicos para agilizar las acciones de respuesta frente a esta epidemia.

La temporada de lluvias todavía durará algunas semanas, lo que mantiene el riesgo de la proliferación del mosquito. Hay que mantener limpios los jardines y calles, eliminar cualquier objeto que pueda acumular líquidos y almacenar agua en envases tapados.  No debemos olvidar que la responsabilidad de preservar la salud, es tarea de todos.