El hallazgo de timbres falsos en al menos tres comunas del municipio de Cochabamba podría ser el indicio de una red de corrupción “bastante grande” que se habría instalado en la gestión anterior, según informó el concejal Manfred Reyes Villa Avilés, de Súmate, tras una serie de operativos que realizaron los concejales en los últimos días.

En caso de verificarse este extremo, se confirmará una vez más que la corrupción está arraigada en las entidades públicas y erradicarla tomará tiempo y esfuerzo, pero sobre todo voluntad de las autoridades.

La comisión que participó en estos operativos encontró en mochilas y escritorios timbres falsos, sin series, que servían, según los datos preliminares, para cometer fraude a la institución y robar a la población.

La corrupción es un delito execrable que no puede ser erradicado de las entidades públicas pese a las constantes promesas y al esfuerzo que realizan algunas autoridades de diferentes niveles de gobierno.

Casi cada día se conoce de algún caso de corrupción, grande o pequeño, que no solo afecta a la economía del erario público, sino también a la del contribuyente, quien muchas veces se convierte en cómplice de este delito por el deseo de acelerar un trámite o por hacer aprobar uno que tiene irregularidades.

Para evitar, o por lo menos ir disminuyendo paulatinamente los casos de corrupción, cada entidad tendrá que fiscalizar con lupa a las diferentes reparticiones, especialmente en las que se maneja dinero o bienes de valor.

Pero esta fiscalización tendrá que ser rigurosa y con controles periódicos para evitar que se sigan cometiendo actos de corrupción. El fin último, recuperar la credibilidad de las instituciones del Estado.

En gestiones anteriores se han denunciado casos de corrupción como el de las mediáticas mochilas escolares, la construcción de edificaciones mal erigidas desde sus cimientos, la compra innecesaria de implementos y medicamentos, la contratación de personal que cae en el delito de nepotismo y un largo etcétera.

Lo más pertinente que debe hacer una autoridad electa es rodearse de personas probas, además de profesionales en sus áreas de trabajo, de tal modo que estas irradie la honestidad a los demás funcionarios o, en su defecto, tenga la perspicacia de descubrir a los corruptos y denunciarlos ante las autoridades jurisdiccionales.

Pero si un funcionario de rango elevado es corrupto, lo más probable es que contagie con esta lacra a los otros, o por lo menos los presione para que sean parte de este delito.

La lucha contra la corrupción se debe convertir en una cruzada nacional que no distinga colores políticos y cada ciudadano, como obligación, tendría que denunciar cuando es testigo o conoce de un acto de corrupción.