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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Bomberos: la lucha de David contra Goliat

Bomberos: la lucha de David contra Goliat

La falta de hidrantes para abastecerse de agua y la carencia de equipos adecuados siguen siendo el talón de Aquiles de las unidades de Bomberos de todo el país, especialmente cuando estos acuden a sofocar incendios estructurales en edificios elevados y en los centros de abasto.

Estas dos carencias, que hacen patente la pobreza franciscana de Bomberos, se arrastran desde hace muchos años, y pese a los reiterados compromisos que asumen las autoridades cada vez que se desata un incendio de magnitud, la situación de esta unidad especializada de la Policía no mejora.

El incendio que devoró gran parte del mercado Mutualista de Santa Cruz (más de un centenar de casetas afectadas), el pasado domingo, desnuda una vez más la precariedad en la que trabajan los equipos de bomberos de las diferentes capitales, situación que es aun más pobre en las provincias.

Un reportaje publicado por El Deber confirma una verdad que se ha venido denunciando en la última década, que los hidrantes son insuficientes en número; y los pocos que hay, por falta de mantenimiento o uso, no se abren siquiera, y los que se logran accionar no cuentan con agua.

En Cochabamba, por ejemplo, cuando se inicia un incendio en alguno de los mercados de la zona de La Cancha, es inevitable que el fuego consuma varias casetas y que los bomberos, provistos con trajes inadecuados, tengan demasiadas dificultades para llegar hasta el lugar de las llamas, lo que no les permite sofocar el fuego en forma rápida para evitar, en lo posible, daños materiales.

Cuando se produce un incendio en las partes más elevadas de un edificio, los bomberos no cuentan con un carro que tenga una escalera telescópica para llegar hasta el sector afectado, por lo que su trabajo se pone cuesta arriba.

El trabajo de los bomberos es crucial en cualquier ciudad del país, más donde hay mayor población y las construcciones verticales se han incrementado en forma exponencial, porque hay mayor riesgo de que los incendios se desaten y se necesite la oportuna reacción de estos profesionales que son los únicos que pueden ayudar, pero para ello requieren de las herramientas necesarias.

Para que los lamentos infructuosos no continúen cada vez que se desata algún incendio, es hora de que las entidades responsables de equipar a los bomberos se pongan las pilas y empiecen a cumplir su trabajo. Las autoridades no tienen que sacar dinero de sus bolsillos, lo que deben hacer es elaborar proyectos, diseñar presupuestos y mejorar las condiciones de los equipos que trabajan en todo el país, personas que, a costa de su integridad física, apagan los incendios con lo que tienen en sus manos y, en algunos casos, literalmente, deben utilizar sus propias manos para cumplir esta noble labor.