Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

Sí, pero no

Sí, pero no

¿Dónde vamos hoy a Víbora Negra o al Mercado Campesino? Vayamos hoy a la Víbora Negra y mañana al Mercado Campesino. Ya en la Víbora, encontramos justo en la esquina una pequeña casi diminuta tienda que tiene todo lo que buscamos. El vino tinto que en La Paz cuesta un poquito más de 200 bolivianos, en la tiendita está a 55.  Eso quiere decir que en Bermejo debe costar menos de 50 pesos. Con los 60 bolivianos que compramos medio litro de aceite de oliva extra virgen en nuestros supermercados, en las tiendas que traen contrabando se puede comprar 2 litros.

Una bebida energizante en Tarija cuesta 5 bolivianos, acá en los mercados callejeros y el supermercado 15. Un paquete de galletas acá, de 12 a 15  y allá a 6. Cremas faciales dos por 50 allí y 150 bolivianos aquí en el comercio formal. Podría hacer una lista interminable de productos, pero la idea no es promocionarme para ventas. No, no encontré una nueva actividad económica.

Mi dilema, por tanto, no era elegir a cuál mercado ir, sino qué comportamiento asumir frente a esta compleja situación. Es decir, estoy consciente y comprendo a cabalidad que el contrabando destruye la incipiente y endeble industria nacional, reduce las posibilidades del empleo formal, es decir, ese empleo con beneficios sociales, que al final afecta a toda la economía del país.  

Me queda claro que los impuestos sirven para que los gobiernos presten mejores servicios a los ciudadanos, mejor educación, mejor salud y así.

Sin embargo, ¿qué pasa con mi bolsillo, con mi economía familiar?, ¿quién me defiende? Y lo que pago ¿realmente se utiliza para que los bolivianos estén mejor?.       

Dicen las malas lenguas que los grandes clanes de contrabando están completamente estructurados, los grupos  importantes son menos que los dedos de las manos y tienen distribuidas las fronteras y los mercados en el país.

También dicen que la Aduana Nacional recibe una “contribución” mensual de esos clanes, que luego es distribuida entre las altas esferas. Si dudan, les recuerdo que la semana pasada circuló en las redes sociales y fue reproducido en prensa un “acuerdo” filmado entre la Aduana, las Fuerzas Armadas y comunarios indígenas de una población, para permitir la libre circulación del contrabando.

Yo hago el esfuerzo y “compro boliviano” y compro en el supermercado, como un gil diría mi padre. 

SERENDIPIA

DINO PALACIOS

Ciudadano

[email protected]

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad