Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 11:57

Pobre gatito

Pobre gatito

¿Cómo puede una libra de un mismo producto ser diferente dependiendo del lugar donde compres? Diferente en volumen, en tamaño o en cantidad. Es tiempo de uva y las calles y mercados están llenos de vendedores con ofertas que parecen muy interesantes.

Hace unos días, una vendedora, megáfono en mano, ofrecía 3 libras en 10 bolivianos; en el mercado barrial nos habían ofrecido la libra a 5, así que compramos 6 libras, era una gran oferta. Llegamos a casa y extrañados por el volumen del paquete lo pesamos y resulta que eran 4 libras.

En el mercado compramos 1 kilo de comida para Rey David (el gatito), rellenamos los recipientes para almacenar el alimento y resultaba que no llegamos a cubrir lo que habitualmente cubre el kilo, claro compramos a granel; otra vez corrimos a la balanza y no eran ni siquiera 900 gramos. Sumas y restas, la buena señora, que hasta yapa nos dio, estafó a Rey David.

Aprendizaje, la próxima compramos en el supermercado. A la rápida elegimos un par de productos que frente a los 900 gramos parecían una ganga. No recuerdo bien el precio pero sí el “punto 99”.  Al pagar, como obviamente no contamos con unidades de centavos para pagar, el cajero del supermercado redondea el monto del pago en beneficio de quién sabe.  Llegando a casa revisamos los productos y de 2, uno estaba vencido en plazo de expiración y  el otro tenía un día para consumirlo. 

En pandemia nos hemos sumergido en el “delivery” que ha sido de gran utilidad para muchos. Pero en ese mismo escenario, cuando pido manzanas y me traen peras, a quién quejarme. El cupón que me da la empresa de entrega – en lugar de devolverme el dinero-  me obliga a seguir acudiendo a ellos. 

Ojo, si leen con calma,  no quiero denigrar ni a los productores que venden directamente sus productos o en su caso a los supermercados que pagan impuestos. Pero, el común denominador es que en los tres casos el usuario, el cliente, el consumidor o como quieran llamarlo se encuentra en una enorme indefensión. ¿A quién acudir para que protejan al consumidor?  

De acuerdo, hay alcaldías e instancias nacionales que deberían regular estos aspectos. ¿Lo hacen? Si así fuera, ni Rey David ni yo seríamos permanentemente burlados.

SERENDIPIA

DINO PALACIOS

Ciudadano

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