Les tengo miedo
Hace pocos días un funcionario del Servicio de Impuestos Internos estacionó un vehículo oficial en segunda fila en una céntrica zona y entró muy tranquilo a hacer sus compras en una tienda comercial. Pocos minutos después llegó el conductor de uno de los vehículos que estaba siendo bloqueado; primero hizo sonar su bocina, luego bajó del vehículo y se acercó a la camioneta y empezó a golpear el carro. Entonces, el furibundo infractor salió a reclamar.
Una joven empezó a tomar fotos con su celular, del vehículo oficial, de la placa y del furibundo. Nada más la vio y dijo ¿Sabes dónde trabajo? ¡Publica esas fotos y vas a conocer a Impuestos Internos y tu papá y toda tu familia! De más está decir que las fotos quedaron en el celular y ahí estarán porque nadie quiere someterse a la venganza de un furibundo y abusivo funcionario del Servicio de Impuestos Internos.
En una reunión intentamos convencerla de que las publique, al menos que lo denuncie en la propia institución y claramente dijo que le tenía tanto miedo a Impuestos que prefería olvidar el asunto y dejar que se salga con la suya.
Al margen de la dolorosa anécdota, me puse a pensar en todos los abusivos de este país que al amparo de instituciones del Estado le han perdido el miedo y el respeto a las leyes y a las normas. No solo se trata de dejar un auto oficial donde les da la gana; están los que utilizan los bienes del Estado con fines particulares; los que utilizan mal esos bienes y los que se los llevan a casa.
Ya viene Carnaval, no tengo duda que las oficinas públicas se convertirán en improvisados salones de fiesta, y muchos van a beber alcohol en nombre del dios Momo, ninguno será denunciado y, aunque así fuera, nadie será detenido.
Así es la tradición. Y ojo no me interesa defender a nadie, es correcto que los sancionen, pero la ley debería ser igual para todos.
Sin duda muchos están cansados, los propios y los ajenos, pero qué hacer. Quién se anima a decirle al funcionario público que abusar, robar, mentir, amenazar, no son parte de sus funciones y que su cargo o su militancia no le dan impunidad; si luego la misma justicia los beneficia de manera descarada.
Yo sí vi las fotos y el miedo en los ojos y palabras de la joven. De pronto la entiendo. Como ella, todos tenemos miedo a esa cultura del abuso y la impunidad.
SERENDIPIA
DINO PALACIOS
Ciudadano