Empleo y política
La sociedad boliviana está altamente politizada. Todos sabemos que uno de los principales temas de inicio y final de charlas es la situación política por la que atraviesa el país. Generalmente está circunscrita a las fronteras geográficas. Por eso quién sabe ni hablamos de las elecciones a realizarse simultáneamente en tres países hermanos –confieso que es una denominación que no me agrada por la extensión que se le confiere- me refiero a Perú, Bolivia y Ecuador. A pesar de un contexto problemático común de esas contiendas: muchos jugadores –léase intereses- en cancha, imposibilidad de acuerdos o pactos mínimos, cuestionamiento a la transparencia de los liderazgos y desconfianza en los árbitros de las contiendas.
Por el ejercicio continuo de elecciones en nuestro territorio, ustedes han debido observar algunas señales que lejos de ser auspiciosas son enormemente preocupantes: Por ejemplo, un colega me comentaba que ya se están desarrollando investigaciones para demostrar la alta correlación en el incremento de embarazos de funcionarios públicos asociados a procesos electorales; esto debido a la normativa laboral que impide desvincular a embarazadas o recientes padres/madres. Por otro lado, se está produciendo un fenómeno asociado a la presencia y permanencia en el mercado de candidatos sin ningún chance que participan de contiendas electorales con el único fin de aparecer o permanecer en el escenario para posicionarse o mantenerse en sus respectivos mercados a futuro.
Pero el hecho más llamativo al cual quiero referirme está asociado a una gran masa de gente que es la “masa de campaña”. Es decir un conjunto de la población, quien sabe afectada por COVID en su desempleo; con diferentes particularidades para volverse atractivos a los ejercicios de muestra de fuerza; es decir, grupos representativos de género, generacional y étnicos variados. Masa de campaña que sale a las calles en marchas y concentraciones. Que “toman” las plazas cuidando las banderas. Los que pegan afiches y hasta llegan a enfrentamientos defendiendo al circunstancial candidato.
Aparentemente son los mismos en una y otra circunstancia, en uno y otro partido. Hay información que señala que puedes conseguir grupos según zona o particularidades a un módico precio. Que la única ventaja para la negociación podría ser el lugar ocupado del candidato en las encuestas. Y que el pago final era un empleo por algunos años.
Quien sabe por eso mismo, hay candidatos electos casi desaparecidos. Podría ser que prefieren encerrarse y así evitar la avalancha del “cobro” de lealtades prometidas y ofrecidas durante la campaña.
DINO PALACIOS
Doctorante en Ciencias Políticas y Jurídica