Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 22:09

Casi cien

Don Gaston va a cumplir muy pronto los 99 años y todos esperamos el 2021.  Un caballero de ojos honestos y memoria prodigiosa, puede recordar sus años en colegio con la misma facilidad que sus años de dirigente deportista y de jugador de tenis.

Pocas cosas lo ilusionan hoy, tanto como el retorno de la liga del fútbol nacional. Suele ponerse los audífonos y en su pequeña radio escuchar cada uno de los partidos mientras en su mente puede ver a cada uno de los jugadores.  Hoy no hay más fútbol, las canchas están en silencio, la radio también.

Dicen los expertos que el encierro afecta sobre todo a los niños y a los ancianos, a los que tienen prohibido pisar la calle.  Pero una gran cantidad de niños tienen acceso a internet y con ese acceso una enorme ventana al mundo.  No sucede con los adultos mayores, pocos han logrado conectar con una tecnología que les es ajena, complicada y desafiante.  Los más grandes como Don Gaston solo pueden recurrir a la televisión, pero claro no siempre ven bien, no entienden la excesiva oferta y suelen dejar solo un canal sonando a modo de compañía.

Las noticias parecen las mismas, políticos enfrentados, funcionarios corruptos, gente que no entiende la norma y gente muriendo, por guerras, por pandemias, por desastres naturales.  Es igual que hace años, solo cambian las proporciones del escándalo.

No tengo a mis padres conmigo, el jueves mi mamá hubiera cumplido 88 años, pero se fue hace 9 años. Ahora cuándo trato de imaginar qué estarían pensando mis papás de esta pandemia, casi casi puedo escucharlos.  Los extraño, pero seguro su situación sería tan complicada como la de un enorme porcentaje de gente que ya no logra imaginar el futuro porque es demasiado incierto.

Hemos sido encarcelados y la posibilidad de vivir en libertad, por la que luchamos cuando éramos jóvenes, es poco probable. Aun cuando la ansiada flexibilización llegue o podamos declarar a las ciudades libres de la enfermedad, siempre tendremos temor de que el virus esté rondando por ahí y pueda atacar sin piedad a los más vulnerables. Nuestros “auquis” estarán siempre en desventaja, probablemente vamos a pedirles que se queden encerrados, que no salgan, que no se expongan. No sé como explicarle a Don Gastón que el mundo tiene muy poco que ofrecerle, mientras pienso “qué bueno será que llegue a los 100 años”.