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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

Ni ejecución ni industrias culturales

Ni ejecución ni industrias culturales

Las dos anteriores semanas me permití abordar cuestionamientos sobre el tratamiento de las industrias culturales en la gestión municipal, con la presente culmino esta línea de reflexión. Sin haber encontrado “alternativas” para la comunicación y difusión de las actividades culturales, los funcionarios de la Casa de la Cultura de Cochabamba se enorgullecían de poder transmitirlas por WhatsApp (tal innovación debería ser merecedora de algún galardón). “Hacen falta proyectos para invertir y dinero en qué gastarlos”, también se repetían. 

Para la gestión de las industrias culturales no hace falta abrir un mercado, como el de La Pampa o Calatayud, donde se oferten productos artesanales (aunque estos tengan que ver con la producción cultural). Siendo procesos productivos industriales bajo la lógica de acumulación capitalista, se diferencian de otras industrias por diversos factores, entre ellos, sus altos costos fijos y sus bajos costos marginales, además de sus formas de crecimiento dependiendo de cuál sea, entre un abanico infinito de posibilidades (formatos, géneros, soportes, etc.). Es una industria que no deroga su valor creativo, ni su rol central en la producción y diseminación de contenidos simbólicos, es decir, de sentidos y representaciones sociales.

La lógica de las mercancías culturales se comporta de forma especial. Incluyen prototipos únicos, que luego son reproducidos de forma masiva. Una cualidad particular es su grado de renovación permanente que en cualquier otro sector capitalista. De esta forma sus productos sufren constantemente una aleatoriedad en la demanda y consumo que no se pueden prever. 

La Casa de la Cultura debería empezar por integrar las críticas y aprender de ellas. No solo se trata de gastar por gastar su cada vez más magro presupuesto como lo han estado haciendo estos últimos años, sin una agenda integral cochabambina ni una política municipal. Pero como se trata de proponer, al respecto de la empobrecida ejecución de su POA en 2019, qué mejor que la creación de una Unidad de Industrias Culturales para —por lo menos— empezar a fomentar las artes digitales y, en un futuro, destinar recursos para la creación de modelos de negocios a partir de las industrias culturales, así como la formación de recursos humanos que consoliden sus industrias. Cochabamba tiene potencial de sobra.