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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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UMSS virtual ¿on/off line?

UMSS virtual ¿on/off line?
Escribo de la UMSS porque estudié y trabajé en ella. Esta pandemia y posterior cuarentena ha revelado una UMSS con llamativas anomalías, que ya estaban ahí y se las conocía, pero que en este intento forzado hacía la “virtualización de la enseñanza” se desnudaron absolutamente.
Se torna más embrolloso cuando a la sucesión de comunicados de sus autoridades, y de por medio voces estudiantiles, se generó más confusión que un norte a seguir. Advertencias a docentes por el desarrollo de contenidos y evaluaciones en período de cuarentena, luego, instructivos para el uso obligado de plataformas virtuales para el avance curricular. Está claro que nuestra universidad está sin rumbo fijo, que puede comprenderse por tratarse de una situación, yo no diría inesperada, sino impredecible.
Más allá de ello, pienso yo, una inicial lectura pedagógica de esta transición forzada hacia la virtualización en el semestre que culmina, evidencia dos notas que me gustaría situar para su discusión. La primera, fluctúa entre la improvisación/experimentación y la desaprobación. A lo mejor algunos docentes, con herramientas y habilidades digitales logradas al improvisar o experimentar, pudieron desarrollar, aunque incipientemente, respuestas “creativas” en el entorno virtual para afrontar esta situación excepcional. Los hay otros que se redujeron solo a mandar lecturas en PDF por el Whatsapp y posterior llenado de cuestionarios.
Que existen dificultades materiales y de conectividad de parte de los estudiantes, sería negar una evidente realidad, pero la proscripción de estas respuestas, llamémoslas experimentales, le quitan componentes esenciales de todo proceso de enseñanza y aprendizaje: la curiosidad y la creatividad. En todo caso, lo que sí existe es una improvisación institucional.
Lo segundo, atañe a los propósitos que pudieron tener, unos de intentar adelantar, aunque experimentalmente, en los contenidos programados en el plan de estudios y, los otros, en hacer cumplir la gestión administrativa curricular. La preocupación central de esta suerte de economía curricular fue, inclusive con los escasos recursos virtuales disponibles, abarcar lo más que se pueda en tiempo y forma con el programa de contenidos previsto.
Con lo anterior, retomo algunas de las interrogantes planteadas por Inés Dussel que abren el debate acerca de los desafíos de la virtualización de la enseñanza en medio de complejidades en contextos de pandemia ¿Cómo afrontar esta transición abrupta que se sucede de la suspensión obligada de clases hacia su virtualización? ¿Qué es dar una clase en esta virtualización de la enseñanza? ¿Es la virtualización el único horizonte posible dada esta situación de excepcionalidad?
A modo de provocación, lanzo algunas líneas que podrían dar ideas para encarar ese horizonte virtual al cual se dirige la UMSS.
La primera idea apunta, siguiendo a Axel Rivas, en re-pensar el espacio y la práctica docente. Si algo ha caracterizado tradicionalmente la práctica del maestro, escolar o universitario, es su soledad. Heredera de esa pedagogía medieval, el aula ha sido representada como territorio exclusivo y propio del docente. La inmutabilidad del aula, ese sentido que definió un espacio físico y tiempo fijo para el aprendizaje ha quedado en cuestión por la llegada del aula virtual. La institución, su gestión, también ha contribuido fuertemente a esa reclusión del docente en su propio territorio. Es ahí donde él siente “cierta” seguridad a los embates sociales e institucionales.
Sin embargo, en la actualidad vivimos en una sociedad cada vez más virtualizada y más interconectada que atraviesa nuestras vidas y realidades cotidianas. Se debe transitar en nuestras instituciones universitarias, traduciendo a Rivas, de esa “soledad pedagógica” hacia un “constructivismo en red”. La propuesta es potente.
Urge, entiendo yo, en este escenario pandémico que se dice que llegó para quedarse, brindar condiciones para generar entornos virtuales de aprendizaje, espacios para el establecimiento de redes de trabajo docente, de difusión de ideas, de comunicación de experiencias docentes para una educación virtual.
La siguiente idea apunta a re-considerar esa economía curricular basada en la eficacia institucional y centrarse más en el aprendizaje. Ya Josep Duart y Albert Sangrà alertaron tiempo atrás de la emergencia de un nuevo paradigma formativo basado en el aprendizaje en red ¡Y qué oportuna es en la actualidad esa llamada de atención!
Lo anterior implica considerar lo siguiente. El paso a la virtualización ha evidenciado una explosión de “actividades virtuales” que han colmado el universo de plataformas utilizadas para el avance curricular y para dinamizar los aprendizajes. Sin embargo, lecturas en PDF, tareas, sesiones en videoconferencias, etc. sugieren la idea que solo bastaría con programar actividades para desencadenar aprendizajes significativos. Error pedagógico.
Ya un informe publicado por el diario Opinión informaba que los “estudiantes aseguran no aprender ‘nada’ o ‘casi nada’ con las iniciativas de enseñanza virtual que se intensificaron en tiempos de coronavirus”. ¿Qué supone lo anterior? Que las actividades por solo programar rutinas o evidencias del trabajo docente y del estudiante no alcanzan. Es necesario otorgar un “sentido pedagógico” a esta virtualización de la enseñanza, crear situaciones o experiencias de aprendizaje que resulten significativas a los estudiantes.
Franklin Mayán lo expresaría de la siguiente manera: La virtualización no implica educación virtual, lo que se hace es virtualizar, queda mucho camino para pensar en una educación virtual.
Y lo último es re-considerar la gestión académica institucional. De las tres funciones tradicionalmente otorgadas a la universidad, desde hace algunas décadas atrás se visibiliza, sobre todo en muchas universidades del exterior, los cambios en la gestión de la universidad. Se trata de nuevos modelos de gestión que pretenden ir a la par de los cambios que atraviesan las universidades en su intento de responder a la sociedad del conocimiento.
Si bien lo anterior más de las veces introduce narrativas del mundo empresarial y de negocios al ámbito universitario, tales como nuevas tecnologías de control y criterios para evaluar la producción académica, lo interesante es que también renueva y moviliza otras formas de organización institucional.
No podremos, me incluyo, pues me siento parte del problema, afrontar esta nueva realidad que se impone tras la llegada de la pandemia si acaso se sigue pensando y actuando como hicieron las autoridades universitarias. Considero que se debe pasar del control y el autoritarismo, difícil por la misma configuración de nuestras universidades, hacia una gestión basada en la libertad y creatividad, necesarias ambas para sostener la dinámica que impone este horizonte de virtualización de la enseñanza.

DANIEL TIRADO
Docente-Investigador universitario
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