Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Victimizaciones

Victimizaciones

El régimen anterior se derrumbó y sufrió un desbande  porque no contaron con un plan B, consistente en desangrar al país con milicias armadas a su servicio: lo dijo Morales públicamente, afirmación que le costará, ni duda cabe, repudio y peregrinación a otros lares. Su desdecirse lo confirma y ratifica su peculiar verborrea: Ahí donde digo digo, no digo digo, digo digo.

El entorno directo que lo asistía complaciente, fue abandonado a su suerte y tendrá que responder, tarde o temprano, ante la justicia por los  actos ilegales y arbitrarios, desde luego, asegurándoles debido juicio y garantías jurisdiccionales que la Constitución establece con puntualidad y precisión, y como a cabalidad exigimos los bolivianos, lo realice el gobierno actual.  

Existen muestras evidentes que en la Bolivia de hoy se respeta la normativa vigente. Exautoridades masistas, sometidas a la justicia por diversas acusaciones, en su defensa, hacen uso y abuso del legado de su epónimo líder y timonel: considerarse víctimas propiciatorias del sistema, buscando culpables míticos a sus desventuras. 

Hace pocos días, un alto funcionario de la anterior administración que no buscó asilo ni refugio diplomático, optando voluntariamente quedarse en el país y realizando sus actividades sin mayores contratiempos, fue requerido por la justicia. El hombre de marras, al mejor estilo de su líder huido, repitiendo el consabido libreto, se refirió a las vicisitudes y el terror a los que estuvo sometido por una especie de jenízaros que custodiaban su domicilio  bajo el temible grito de “nadie se rinde”, que a la postre le acarrearía, dice, una serie de enfermedades físicas. 

Lo cierto y evidente es que dicho exministro se halla sometido a la justicia ordinaria y que para su juzgamiento no mediaron circunstancias como las esgrimidas, sino acusaciones de gran responsabilidad, las mismas que tienen que ser debidamente probadas, puesto que el principio jurídico determina la presunción de inocencia del encausado, mientras no se pruebe lo contrario. Salvando lo dicho, es ponderable que el exministro haya decidido su permanencia en el país y no la huida o el cobijo diplomático como medio de enfrentar responsabilidades.  

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